Al
término de un encuentro nacional para analizar el impacto
del trabajo infantil agrícola en Honduras, como un freno
a su desarrollo socioeconómico, expertos de la organización
indicaron que el 69% de los 197 mil menores que trabajan en actividades
agrícolas, nunca han asistido a la escuela y difícilmente
podrán salir del círculo de la pobreza.
Trabajo
Infantil una forma de consolidar la pobreza
Josip Margetic, asesor principal del Programa para la Erradicación
del Trabajo Infantil (IPEC/OIT) es del criterio que el trabajo infantil,
visto a corto plazo como una salida a la situación de pobreza,
se convierte en un espejismo porque “más bien consolida
la pobreza”.
“Un
niño o niña que comience a trabajar a edad temprana
sin poder capacitarse en la escuela, terminará desempeñando
el mismo tipo de trabajo al que están condenados sus padres,
motivo que fuerza a sus hijos e hijas a trabajar. La cadena es bien
sencilla. La pobreza genera trabajo infantil y éste a su
vez reproduce pobreza”, dijo Margetic.
En
el encuentro, efectuado en el Centro Universitario Regional del
Litoral Atlántico (CURLA) en la ciudad de La Ceiba, al norte
del país, asistieron representantes del Estado, organismos
sociales e internacionales, así como estudiantes de la carrera
de agronomía en un afán por sensibilizarlos acerca
de la importancia del tema.
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Según
los datos proporcionados por la OIT, de los 43 millones de
habitantes que aglutina a los países de América
Central, Panamá y República Dominicana, más
de la mitad vive en el área rural y su población
está conformada por personas menores de 18 años
de edad. |
Sólo
en la región centroamericana se estima que trabajan aproximadamente
2,4 millones de niños, niñas y adolescentes, de los
cuales un millón 140 mil se dedican a labores agrícolas.
Con excepción de Panamá, uno de cada diez menores
en las edades de 5 y 17 años, efectúa algún
tipo de trabajo infantil en la región, estima el estudio
hecho por la OIT.
En el caso de Honduras, alrededor de 356 mil menores y adolescentes
efectúan jornadas de trabajo infantil. De este número,
197 mil laboran en trabajos agrícolas, incidiendo así
en las tasas de deserción escolar al establecer un estrecho
vínculo entre ambos porque quien se desempeña en el
campo difícilmente puede concluir su educación básica
escolar. La proporción de abandono de las escuelas entre
los menores que laboran en el campo, es más alta que en aquellos
que no trabajan.
Según
cifras oficiales, el nivel de alfabetización de la población
hondureña en las edades de 15 años y más es
de 76%. De los 356 mil menores que hacen labores de trabajo infantil,
siete de cada diez viven en el área rural.
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Niños
y niñas en labores peligrosas
Karla Cueva, consultora del IPEC/OIT, afirmó que el trabajo
infantil es un fenómeno principalmente rural, y el 56% de
niños y niñas que trabajan en Honduras se ubican en
las ramas de agricultura, silvicultura y pesca; en tanto el 24%
se desempeña en el comercio, hoteles y restaurantes, y apenas
un 8% en la industria de la manufactura.
Cueva,
quien presentó los resultados de un estudio orientado a la
situación legal en que trabajan los menores, dijo que si
bien en el país se prohíbe a los infantes menores
de 14 años ejercer algún tipo de trabajo, esta condición
no se cumple, y en su mayoría el desempeño de funciones
de los niños, niñas y adolescentes radica en labores
peligrosas y restrictivas de sus derechos, incluidas entre las llamadas
“peores formas de trabajo infantil”.
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Alternativas
conjuntas
En este sentido, el IPEC/OIT presentó una serie de proyectos
que realiza con organizaciones estatales para disminuir la presencia
del trabajo infantil, particularmente en la región sur del
país donde la problemática es alta a nivel de las
cañeras, la pesca y las plantaciones de melón, especialmente.
Ruth
Escoto, del IPEC/OIT Honduras, dijo que junto al Centro Nacional
de Educación para el Trabajo (Cenet) de la Secretaría
de Educación, promueven actividades orientadas a incentivar
a los menores y adolescentes a insertarse en el sistema educativo
formal como alternativo en el que participan empresarios, grupos
de base y gremiales de la zona sur del país.
De
esta forma, desarrollan un proyecto piloto en la región de
Marcovia, en la zona sur, para incorporar unos 1200 niños
y niñas menores de 18 años a los planes de educación
básica formal y no formal, con resultados “sumamente
alentadores”, acotó Escoto.
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