De acuerdo
con fuentes policiales, los atentados podrían haber sido
perpetrados por una célula terrorista (supuestamente vinculada
a la red Al Qaeda) que se teme que podría seguir activa.
El
comisario jefe de la Policía Metropolitana de Londres, Ian
Blair, afirmó que los atentados -que afectaron a tres estaciones
del Metro de Londres y a un autobús de línea- "tienen
todas las trazas de ser obra de Al Qaeda", especialmente por
el "modus operandi", ya que no hubo un aviso previo, por
lo que se deduce que su objetivo era causar el mayor número
de víctimas.
Nada
más ocurrir los atentados, los servicios secretos y las fuerzas
antiterroristas británicas se pusieron en marcha para detener
a los autores, en una operación a larga escala en la que
también colaboran agencias de otros países.
Aunque
la policía no ha querido dar cifras exactas sobre el número
de agentes dedicados en exclusiva a buscar sospechosos, fuentes
de la lucha antiterrorista han comentado que en la operación
participa un número "sustancial" de funcionarios.
Asimismo,
se está trabajando intensamente en la revisión de
las cintas grabadas por las cámaras de vigilancia de las
estaciones de metro donde se produjeron las explosiones (Liverpool
Street, King's Cross y Edgware Road) para tratar de encontrar pistas
o indicios que conduzcan a la identificación de posibles
sospechosos.
Del
mismo modo están analizando la grabación de una cámara
de vigilancia de tráfico que tomó las primeras imágenes
del autobús de la línea 30 en cuyo interior estalló
una bomba a su paso por Tavistock Square, en las inmediaciones del
Museo Británico.
"Las
grabaciones de vídeo son cruciales" en esta operación,
dijo una fuente de los servicios de seguridad, que apeló
asimismo a la colaboración ciudadana como un elemento determinante
para la captura de los terroristas. EFE
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