Postulada al Nóbel de la Paz
“Muchos hacen negocio con el dolor de los Lencas”
   
  • “Lucho contra los que trafican con la miseria de los lencas”, dice Albertina García
 
14 de julio de 2005
Por Marlen Perdomo 

Tegucigalpa -Albertina García, 44 años, su voz de temple inspira el impulso por la vida; su existencia ha desembocado en una entrega por los indígenas lencas con los que hombro a hombro lucha tenazmente para enfrentar la pobreza, el olvido y la marginación en la que subsisten en los más recónditos poblados en el departamento (provincia) de La Paz, en el occidente hondureño.


Albertina García afirma que aún hay mucho que hacer por las etnias de Honduras.


Albertina es una de las seis mujeres hondureñas postulada para recibir el Nóbel de la Paz de forma colectiva en este año y la selección obedece, en cada uno de los casos, a la lucha contra la violencia, la guerra y la injusticia.

Albertina es en la esfera de sus luchas por los pobres y en especial por los indígenas de la Paz, una mujer que pocos conocen, sus apariciones mediáticas son mínimas, quizás inexistentes; pero sus esfuerzos y luchas por las etnias son tan grandes que sus huellas son visibles en comunidades remotas, donde cada día ella planta la semilla de la esperanza.


Los lencas es una de las etnias de Honduras que han sufrido el olvido y la discriminación.
Luego de conocerse su postulación, auspiciada por la iniciativa Mil Mujeres por el premio Nóbel de la Paz, conversamos con Albertina para conocer un poco más de sus pensamientos, inquietudes, esperanzas y desencantos y esta es la entrevista concedida a PROCESO DIGITAL.

Proceso Digital: ¿Cómo recibió la noticia de la postulación para el Nóbel de la Paz?

Albertina García: Una sorpresa agradabilísima, pero la verdad inesperada porque el trabajo ha sido de tantos años, al lado de la gente más desposeída, pero a la vez nuestra labor ha sido silenciosa.

PD: ¿Le parece si nos cuenta de los inicios en sus luchas?

AG: Bueno, mi trabajo se inicia cuando apenas cumplí 14 años, con grupos juveniles de la Iglesia, junto al padre Iván Betancourt con quien organizamos grupos de jóvenes lencas para mejorar niveles educativos y culturales. Intentamos y , con bastante éxito, ayudar a muchos muchachos y muchachas que lograron superarse.

PD: ¿y luego de eso?

AG: Me involucre con la Unión de Trabajadores del Campo, como miembro de base y desde esa trinchera luché junto a otros compañeros y compañeras en la organización de empresas y asociaciones campesinas, muchos lencas de la sierra lograron constituir sus pequeñas empresitas.

PD: Cuéntenos de su trabajo junto a grupos de jóvenes indígenas

AG: Bueno, este es un amor imposible de dejar, creo que nunca dejaré de trabajar al lado de los muchachos, especialmente allá en mi pueblo natal, en Cabañas, donde desde hace varios años y junto a la Iglesia Católica hemos organizado y motivado a la juventud para volverla participativa, protagonista activa de su destino.

Una experiencia importante es la vivida con el grupo de Planes, un pequeño poblado de Cabañas, donde los jóvenes ya cuentan con una tienda de consumo, energía solar, sede y un centro de comunicación.

De este grupo de muchachos han surgido líderes políticos y comunales. El resultado del esfuerzo ya deja ver sus frutos.

PD: Con la Organización Indígena Lenca, (ONIL) ¿cuándo inicia su relación?

AG: Desde que la organización se fundó y hace más de siete años que estoy completamente dedicada a trabajar por nuestras raíces, es como una urgencia que ya no permite demora. Se trata de buscar el desarrollo para salvar nuestra etnia.

Y es que aquí a nuestros pueblos vienen tantos grupos y solo se sirven de nuestra pobreza para luego regresar con sus proyectos, venderlos en los medios de comunicación y con los cooperantes y nosotros, nuestros niños, nuestra gente sigue sin recibir ayuda, sin recibir auxilio, muriéndose poco a poco mientras otros hacen negocio con nuestro dolor.

PD: Explíqueme un poco a que se refiere…

AG: Mire, es fácil de entender, aquí llegan muchos que dicen que vienen a ayudarnos, pero luego se van y un tiempo después aparecen estudios, acuerdos y un sin fin de documentos en los que solo se utilizan a los indígenas y su dolor y su miseria.

Estas gentes o grupos hacen millones, hacen mucho dinero y aquí a nuestros pueblos no llega ningún beneficio, únicamente nos queda la sorpresa de lo que escuchamos en la radio o leemos en los periódicos sin entender porque….

Este es un tema duro ante el que yo me revelo y por eso he decidido con ONIL y con los indígenas, continuar la lucha, algo hemos avanzado….

PG: ¿En qué sentido van esos avances?

AG: Pues los logros son bastantes pero pocos para todas las necesidades que tenemos. Pero la parte organizativa y la creación y manejo de las cajas rurales como un medio para financiar pequeñas empresas agrícolas y artesanales es importantísimo.

Hemos constituido una especie de brazo técnico, agrupado en una cooperativa en la que ya podemos hablar de, al menos, 400 cajas rurales de diversos niveles y con avances significativos.

Tenemos grupos lencas que exportan sus productos agrícolas y avanzan en sus sistemas de comercialización. Pero el fondo de la importancia del tema es que esto redunda en mejoras en viviendas, caminos, salud; en sí, el nivel de la calidad de vida de los más pobres de los pobres.

De izquierda a derecha, las cinco nominadas al Nóbel Istmania Pineda, María Ester Ruiz, Bertha Oliva, Albertina García y Reyna Cálix . No aparece Leticia Oyuela otra de las nominadas.

PD: ¿Un momento especial en su trabajo con las etnias?

AG: El día en que visité a una indígena que acababa de parir su séptimo hijo, en una casita de zacate, rodeada de todos sus pequeños hijos; allá en Tierra Colorada, Yarula. Esa mujer reflejaba el dolor de todas las madres lencas. Luego de unos meses pudimos hacerle su casita digna, junto a un grupo de voluntarios y cooperantes. Ella es para mí como un símbolo de esperanza.

PD: ¿Qué piensa de las mujeres que junto a usted son postuladas para el premio Nóbel?

AG: Como le dije al inicio es una satisfacción. Le confieso que me encantaría ganármelo porque se imagina usted todo lo que yo podría hacer con ese dinero por los lencas de la Sierra?

Bueno, pero igual todas las postuladas somos mujeres de lucha y de fe. La mayoría somos desconocidas; somos mujeres humildes que únicamente damos lo mejor de nosotras por los que más lo necesitan sin buscar protagonismo.

PD: La pobreza material en la que viven los lencas también ha repercutido en la perdida de su cultura. ¿Se hace algo en este sentido?

AG: Claro que si, mire, yo tengo una recopilación de vocablos bastante importante para intentar reconstruir nuestra lengua. Y también hemos revivido las tradiciones perdidas, las prehispánicas, las puramente autóctonas.

Santa Elena, Yarula, San José, Guajiquiro, Cabañas, Opatoro, Santa Ana, Tutule, Santa María y Santiago de Puringla, entre otros poblados, tienen mucho que cuidar y en cada uno de ellos se ha logrado rescatar bastante tradición y cultura.

PD: ¿El amor de su vida?

AG: Dios, mi familia y mi pueblo.

PD: ¿Hijos?

AG: Cinco

PD: ¿Un libro?

AG: “El poder del pensamiento tenaz” de Norman Vicent.

PG: ¿Religión?

AG: Católica

PD: ¿Un personaje?

AG: Ramón Custodio, porque dio la cara en los momentos más difíciles del país. También admiro al cardenal Oscar Andrés Rodríguez y al padre Andrés Tamayo.

PD: ¿Un sueño?

AG: Ganar el Premio Nóbel e invertirlo en ayudar a los más necesitados.

 
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