"En
la jerga de los pandilleros 'Se rompió el sur' significa
que se ha roto el 'pacto de no agresión' acordado entre
los miembros de las 'maras' Salvatrucha y '18' mientras se encuentren
en prisión", explicó hoy Emilio Goubaud, director
de Asociación para la Prevención del Delito (APREDE).
Desde la Organización
no Gubernamental APREDE, Goubaud impulsa programas de rehabilitación
para "pandilleros" que han dejado estas bandas juveniles
después de convencerse de que el único futuro que
les depara estos grupos es la cárcel o la muerte, así
como para evitar que capten a jóvenes vulnerables.
"Lo que
pasó fue que se rompió el pacto debido a las disputas
de poder dentro de la cárcel. Los líderes de ambas
'maras', aunque no se relacionan entre sí dentro de las
prisiones", ya que no pueden, "acuerdan no agredirse
mientras estén presos, pero no siempre se ponen de acuerdo
sobre quiénes ejercerán el poder adentro",
explicó el experto.
Esas disputas,
según fuentes de la Policía Nacional Civil (PNC)
y del Ministerio guatemalteco de Gobernación, habrían
sido el origen de los enfrentamientos desatados, casi al unísono,
en ocho centros carcelarios del país.
Las "maras"
guatemaltecas, asegura Goubaud, habían respetado siempre
el pacto, pero por razones aún desconocidas la Salvatrucha
"rompió el sur", y al decidirlo sus líderes
activaron sus sofisticados mecanismos de comunicación por
medio de los cuales anunciaron el inicio de la guerra.
Fue la "Salvatrucha"
la que rompió el pacto, sugirió Goubaud, "porque
la mayoría de los muertos son líderes de la 'Mara
18'. Es evidente que hubo planificación y que tenían
claros sus objetivos".
Según
el informe de las fuerzas de seguridad, los enfrentamientos comenzaron
hacia las 09.00 horas locales del lunes (15.00 GMT) en la cárcel
conocida como El Hoyón, situada en una comisaría
de la PNC en el departamento de Escuintla, a 55 kilómetros
al sur de la capital.
En
El Hoyón murieron 18 pandilleros por heridas de bala y
arma blanca.
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Minutos
después las refriegas se extendieron a las cárceles
de Canadá, también en Escuintla, donde hubo
tres muertos; Pavón, en el municipio de Fraijanes,
al sureste de la capital, en la que fueron asesinados ocho
reclusos; y en la prisión de Mazatenango, a
105 kilómetros sur de la capital, murieron otros dos. |
En
las prisiones preventivas de Alta Verapaz, al norte del país,
y de Chimaltenango, al oeste, la Policía controló
a tiempo a los reos que pretendían amotinarse.
En la cárcel
de máxima seguridad conocida como El Infiernito, ubicada
en Escuintla, aunque no se registraron enfrentamientos, las autoridades
hallaron hoy los cadáveres de tres pandilleros de la "Mara
18", degollados y con señales de tortura.
Mientras que
en el centro de reclusión juvenil "Las Gaviotas",
en el sur de la capital, fueron asesinados dos menores de edad
integrantes de la "Mara 18".
En total,
según las estadísticas oficiales, más de
80 pandilleros resultaron con heridas de gravedad durante los
enfrentamientos.
En los ataques
los pandilleros utilizaron granadas de fragmentación, pistolas,
cuchillos, piedras, palos y hierros.
Un portavoz
de la Procuraduría de los Derechos Humanos aseguró
hoy a periodistas que las armas fueron introducidas en los centros
carcelarios con la complicidad de los guardias de seguridad.
El ministro
de Gobernación, Carlos Vielman, dijo que se investiga esa
posibilidad.
El peligro ahora, advirtió Goubaud, es que "puede
desatarse una guerra a muerte en las calles, porque la (mara)
'18' va a cobrar venganza".