"Se rompió el sur" y la matanza se desató en las cárceles
   

18 de agosto de 2005

Guatemala - "Se rompió el sur...", una simple frase salida del teléfono móvil de un jefe de la "Mara Salvatrucha", fue la clave que desató el lunes una matanza entre "pandilleros" recluidos en las cárceles de Guatemala que dejó 36 muertos.


"En la jerga de los pandilleros 'Se rompió el sur' significa que se ha roto el 'pacto de no agresión' acordado entre los miembros de las 'maras' Salvatrucha y '18' mientras se encuentren en prisión", explicó hoy Emilio Goubaud, director de Asociación para la Prevención del Delito (APREDE).

Desde la Organización no Gubernamental APREDE, Goubaud impulsa programas de rehabilitación para "pandilleros" que han dejado estas bandas juveniles después de convencerse de que el único futuro que les depara estos grupos es la cárcel o la muerte, así como para evitar que capten a jóvenes vulnerables.

"Lo que pasó fue que se rompió el pacto debido a las disputas de poder dentro de la cárcel. Los líderes de ambas 'maras', aunque no se relacionan entre sí dentro de las prisiones", ya que no pueden, "acuerdan no agredirse mientras estén presos, pero no siempre se ponen de acuerdo sobre quiénes ejercerán el poder adentro", explicó el experto.

Esas disputas, según fuentes de la Policía Nacional Civil (PNC) y del Ministerio guatemalteco de Gobernación, habrían sido el origen de los enfrentamientos desatados, casi al unísono, en ocho centros carcelarios del país.

Las "maras" guatemaltecas, asegura Goubaud, habían respetado siempre el pacto, pero por razones aún desconocidas la Salvatrucha "rompió el sur", y al decidirlo sus líderes activaron sus sofisticados mecanismos de comunicación por medio de los cuales anunciaron el inicio de la guerra.

Fue la "Salvatrucha" la que rompió el pacto, sugirió Goubaud, "porque la mayoría de los muertos son líderes de la 'Mara 18'. Es evidente que hubo planificación y que tenían claros sus objetivos".

Según el informe de las fuerzas de seguridad, los enfrentamientos comenzaron hacia las 09.00 horas locales del lunes (15.00 GMT) en la cárcel conocida como El Hoyón, situada en una comisaría de la PNC en el departamento de Escuintla, a 55 kilómetros al sur de la capital.

En El Hoyón murieron 18 pandilleros por heridas de bala y arma blanca.

Minutos después las refriegas se extendieron a las cárceles de Canadá, también en Escuintla, donde hubo tres muertos; Pavón, en el municipio de Fraijanes, al sureste de la capital, en la que fueron asesinados ocho reclusos; y en la prisión de Mazatenango, a
105 kilómetros sur de la capital, murieron otros dos.

En las prisiones preventivas de Alta Verapaz, al norte del país, y de Chimaltenango, al oeste, la Policía controló a tiempo a los reos que pretendían amotinarse.

En la cárcel de máxima seguridad conocida como El Infiernito, ubicada en Escuintla, aunque no se registraron enfrentamientos, las autoridades hallaron hoy los cadáveres de tres pandilleros de la "Mara 18", degollados y con señales de tortura.

Mientras que en el centro de reclusión juvenil "Las Gaviotas", en el sur de la capital, fueron asesinados dos menores de edad integrantes de la "Mara 18".

En total, según las estadísticas oficiales, más de 80 pandilleros resultaron con heridas de gravedad durante los enfrentamientos.

En los ataques los pandilleros utilizaron granadas de fragmentación, pistolas, cuchillos, piedras, palos y hierros.

Un portavoz de la Procuraduría de los Derechos Humanos aseguró hoy a periodistas que las armas fueron introducidas en los centros carcelarios con la complicidad de los guardias de seguridad.

El ministro de Gobernación, Carlos Vielman, dijo que se investiga esa posibilidad.
El peligro ahora, advirtió Goubaud, es que "puede desatarse una guerra a muerte en las calles, porque la (mara) '18' va a cobrar venganza".

 
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