"Queridos
jóvenes, la felicidad que buscáis, la felicidad
a la que tenéis derecho a saborear, tiene un nombre, un
rostro: el de Jesús de Nazaré. Sólo El da
plenitud de vida a la humanidad. Quien deja entrar a Cristo en
su vida no pierde nada, absolutamente nada de lo que hace la vida
bella, libre y grande", dijo el Pontífice.
El
Obispo de Roma fue más allá y agregó: "estad
plenamente convencidos, Cristo no quita nada de lo hermoso y grande
que hay en vosotros, sino que lleva todo a la perfección
para la gloria de Dios, la felicidad de los hombres y la salvación
del mundo".
Contento,
satisfecho de estar en su tierra natal y en medio de los centinelas
del futuro, como llamaba Juan Pablo II a los jóvenes, el
Papa acudió a su primera cita con los muchachos asistentes
a esta XX Jornada Mundial en barco.
Tras
abandonar el arzobispado, que es donde se aloja en estos cuatro
días de viaje, se trasladó al muelle de Rodenkirchenbrucke,
donde embarcó en la nave "Rhein Energie", en
la que recorrió diez kilómetros del Rin, el gran
río que baña la ciudad.
Para
garantizar la seguridad del viaje, 300 buzos rastrearon el río
en estos días y numerosas lanchas de la policía
surcaron hoy las aguas con agentes armados.
El
barco en que viajó el Papa fue escoltado por otros cinco,
que representaban los cinco continentes.
Benedicto
XVI se colocó en el puente de proa, junto a sesenta jóvenes,
y arropado por cardenales, obispos y religiosos.
Miles
de muchachos, entre ellos numerosos españoles y latinoamericanos
que ondeaban banderas, le acogieron con palmas y cánticos
desde las orillas del río.
A
la mitad del viaje y frente al muelle Poller Rheinwiesen, donde
estaban reunidos decenas de miles de jóvenes, el Papa les
dirigió un discurso, en el que recordó que esta
XX Jornada Mundial de la Juventud fue convocada por el fallecido
Juan Pablo II, "el gran Papa que supo entender los desafíos
que se le presentan actualmente a los jóvenes y confirmó
su confianza en ello".
"Juan
Pablo II no dudó en incitaros a proclamar con valentía
el Evangelio y a ser constructores intrépidos de la civilización
de la verdad, del amor y de la paz", dijo Joseph Ratzinger,
y agregó que ahora "le toca" a él recoger
la "extraordinaria herencia espiritual" dejada por Karol
Wojtyla.
En
la misa línea que Juan Pablo II, Benedicto XVI pidió
a los muchachos que "abran" su corazón a Dios.
"Dejad
sorprenderos por Cristo. Dadle el derecho a hablaros durante estos
días. Abrir la puerta de vuestra libertad a su amor misericordioso.
Dejad que ilumine vuestras mentes y acaricie vuestro corazón",
les suplicó el Papa.
Les
exhortó a soportar las fatigas y los sacrificios, sin ceder
a la tentación y al desaliento, al igual que hicieron los
Reyes Magos cuando buscaban a Cristo. Las reliquias de los tres
reyes venidos de oriente se veneran en la catedral de Colonia.
Benedicto
XVI dijo que hoy no se busca ya a un rey, pero que los hombres
están preocupados por la situación en el mundo y
que se preguntan cuál es el camino que tienen que tomar.
A
este punto se preguntó: "¿qué camino,
el que sugieren las pasiones o el que indica la estrella que brilla
en la conciencia?". La respuesta, dijo, es Cristo.
Ratzinger
saludó a todos los presentes, "también a los
que estáis aquí y no habéis recibido el bautismo
y a los que no se reconocen en la Iglesia". A todos pidió
abrir el corazón a Cristo y a los católicos animó
a recuperar la costumbre de rezar.
La
comitiva papal prosiguió viaje por el río hasta
el muelle Hohenzollernbrucke, donde desembarcó.
Acompañado
de jóvenes que portaban la Cruz de la Jornada Mundial de
la Juventud, se dirigió hacia la catedral, el emblema de
la ciudad, donde se guardan desde 1164 las reliquias de los Reyes
Magos.
Saludó
a enfermos y jóvenes con problemas psíquicos y después
pronunció otro discurso en la plaza Roncalliplatz, dedicado
a Colonia, de la que dijo que junto a Jerusalén, Roma y
la española Santiago de Compostela es uno de los lugares
de peregrinación más importantes del Occidente cristiano.
Recordó
las raíces cristianas de Colonia y de toda Europa y subrayó
la importancia de ampliar los lazos y relaciones entre los pueblos,
culturas y civilizaciones.
En
ese contexto recordó que mañana se reunirá
con la comunidad judía y pisará la Sinagoga de Colonia,
convirtiéndose en el segundo Papa que entra en un templo
judío tras la histórica visita de Juan Pablo II
a la sinagoga de Roma en 1986.
También
se reunirá con las iglesias protestantes y con la comunidad
musulmana.
"Doy
gracias a todos por su presencia en Colonia con ocasión
de este gran encuentro, esperando que ello haga progresar en el
camino de la reconciliación y la unidad entre los hombres",
precisó el Papa. EFE