Esta
fuerza económica que jugará un creciente papel en
América Latina en los próximos años tiene
que ver con el gran cambio demográfico que está
comenzando a ocurrir en Estados Unidos.
La generación llamada “baby boomer”, que nació
en los 20 años siguientes a la Segunda Guerra (1946 a 1964),
va a comenzar a retirarse en enero del próximo año
y según el diario New York Times son más de cuatro
millones de personas cada año. El número de estadounidenses
de más de 55 años de edad se va a disparar de 67
millones actualmente a 97 millones para el año 2020.
Esa generación es más saludable, vive más
años, es más activa y más aventurera. Tradicionalmente
los retirados suelen irse a vivir a climas cálidos, como
Florida, Arizona y las Carolinas. Según el profesor William
Serow de la Universidad del Estado de Florida, quien ha estudiado
los patrones migratorios, los retirados buscan reducir sus gastos
en comunidades del sur, donde las viviendas son más baratas
y los impuestos más bajos. Y es allí donde ahora
surge el problema. Justo cuando millones pertenecientes a esa
generación de la postguerra se preparan para el retiro,
los precios de bienes raíces en los destinos habituales
se han disparado y los impuestos a la propiedad en tales lugares
les cierran las puertas a los que no son ricos.
Otros
destinos
El significado de esa nueva realidad es que un creciente número
de norteamericanos retirados está considerando alternativas
más asequibles en países como Nicaragua, Costa Rica,
México, Panamá, Belice y Honduras. La mayoría
de las naciones centroamericanas están a dos o tres horas
de vuelo de Estados Unidos y gozan de infraestructuras adecuadas
para que los retirados se puedan mantener en comunicación
con sus familiares y amigos: celulares, conexiones de Internet
y hasta televisión por satélite.
Ya está sucediendo. En Costa Rica hay un gran auge de la
construcción, en parte debido a retirados del norte. Lo
que está pasando al norte de Nicaragua es aún más
interesante. Se notan multitudes de yanquis retirados comprando
terrenos y viviendas en comunidades costeras pequeñas como
San Juan del Sur y en ciudades como Granada, a una fracción
del precio que pagarían por casas similares en Estados
Unidos.
Las ventajas de estos países
- Costa Rica: no cobra impuestos sobre ganancias en el exterior
y permite que los extranjeros se inscriban, pagando una cuota,
en el sistema de salud de hospitales públicos, muchos de
cuyos médicos estudiaron en Estados Unidos.
Aunque es difícil obtener cifras confiables, el Departamento
de Estado estima que unos 380.000 cheques mensuales del Seguro
Social van a beneficiarios que viven en el extranjero. Unos cuatro
millones de estadounidenses, sin incluir al servicio diplomático
y militar, viven fuera del país. Cuántos está
retirados, nadie lo sabe.
Lo que es obvio es que los gobiernos de Centroamérica están
haciendo todo lo posible por atraer a los gringos con nuevas leyes
que incluyen atractivos incentivos para los retirados. Esas personas
gozan en América Latina de una vida mucho menos cara, buen
clima y viviendas atractivas y baratas. Más retirados fomentan
el empleo, lo cual es conducente a mayor estabilidad económica
y política, lo cual a su vez atrae a nuevos retirados.
El diario La Prensa de Nicaragua publicó a principios de
año un reportaje mostrando cómo el influjo de retirados
beneficia la economía del país e informando que
ahora muchos nicas no buscan empleos ilegales y por temporada
en Costa Rica, sino que pueden trabajar a tiempo completo debido
al auge de la construcción fomentada por inversionistas
extranjeros.
Es
posible que la emigración de gringos retirados, al ser
una nueva y creciente fuente de capital para América Latina,
tienda también a frenar la inmigración ilegal de
latinoamericanos
a Estados Unidos.
Tomado
de Libertad Digital.com