En el centro de la capital hondureña, donde a cada
paso se encuentran vendedores de música “pirateada”,
Walter Ortega, un hombre dedicado a este oficio, nos cuenta
que sus principales clientes van de acuerdo a la temporada.
Él explica que durante la período de clases
en la secundaria los adolescentes buscan mucho la música
del momento que por ahora es el reguetón que ya también
incluye en sus álbumes historias relativas a la droga,
su tráfico y consumo.
La
música copiada que se vende ilegalmente en las calles
de la ciudad y que también es ofrecida por vendedores
ambulantes que incluso visitan los barrios y colonias pregonando
su oferta musical tiene un auge significativo en Honduras.
Pese a que en este país centroamericano apenas el
2,8 por ciento de la población tiene acceso al Internet,
un sector de los que pueden acceder a la red saca provecho
ilícito de ella para bajar y luego reproducir música,
igual que ocurre en el resto de la región.
Cuenta Walter Ortega, que los narcocorridos tienen demanda
especialmente entre personas que llegan del interior del
país y agrega que “esta música habla
mucho del narcotráfico e insita a que otros se aviven
para hacer bien las cosas y entrar al narcotráfico”.
El vendedor de discos compactos ejemplifica su criterio
haciendo referencia a una canción que se llama “Contrabando
en los huevos ” y seguidamente se pregunta aludiendo
el contenido del tema musical “¿quien va ha
creer que se pueden quebrar los huevos y meterles cocaína?”.
Agrega
que los narcocorridos son música apetecida también
por policías a quienes les atrae la música
grupera y el género ranchero.
Martha
García, una vendedora ambulante de música,
identifica a sus clientes de narcocorridos como “gentes
humildes que no son de la capital y que normalmente compran
cd’s de música grupera”.
En
“El Palacio de la Música” una de las
principales casas vendedoras de música en Tegucigalpa,
hablamos con Yanina Fiallos, una dependienta, que nos cuenta
que la demanda musical depende la temporada y dice que actualmente
la moda musical la marca el reguetón y de los hit
que tengan los cantantes más populares como Shakira
o Luis Miguel.
En
cuanto a los narcocorridos ella señala que no es
la principal oferta musical del establecimiento donde ella
trabaja y que generalmente hay álbumes que incluyen
esos temas que de esa forma que se venden en ese local.
José
Arturo Zúñiga un vendedor de “Camelot
Music”, nos cuenta que si bien los narcocorridos no
son el principal género musical que se vende en esa
tienda el mismo si tiene una importante demanda especialmente
entre personas que vienen del sector oriental del país.
Por
su parte, José Castro, otro joven vendedor acomodado
en un área de la calle peatonal del centro capitalino,
dice que los narcocorridos tienen un importante volumen
de ventas y los más solicitados son los compactos
de los “Tigres del Norte”, “Grupo Exterminador”,
“Los Tucanes de
Tijuana” y “Los capos de México”.
El
poder de los zares de la droga
“Me gustan los narcocorridos porque son los hechos
reales de nuestro pueblo” reza en su introducción
el corrido llamado “Jefe
de jefes ” de Los Tigres del Norte. Luego, en el
desenvolvimiento de este canto se hace una verdadera apología
al poder político y económico que posee un
zar de la droga y a lo largo de esta historia se relata
la relación de los cabezas de la narcoactividad con
la policía, los periodistas, y las autoridades en
general.
Por supuesto que en esta historia como en muchísimas
otras también se advierte del precio que se paga
por las traiciones y se habla de la importancia que reviste
el respeto a la jerarquía como una condición
para seguir en el “negocio” o simplemente con
vida.
Y
es que los narcocorridos son en realidad historias que relatan
las vivencias y experiencias de los jefes de los carteles
hasta de los más pequeños traficantes y sus
rolles en el procesamiento, transporte, comercialización
y consumo de la droga.
Pero estas historias también incluyen lo que ocurre
en ese sub mundo con los policías corruptos y honestos,
inmigrantes ilegales, matones a sueldo, pasiones amorosas,
traiciones y venganzas, agentes encubiertos, las narcolimosnas,
los gobernadores y en fin vivencias propias de la narcoactividad
inspiradas en hechos que son de conocimiento público
y en algunos casos compuestas a petición de los propios
miembros de los carteles.
Los
narcotraficantes, figuras cotidianas
Para el sociólogo Ramón Romero, en Honduras
los nacocorridos son parte de la influencia de la cultura
mexicana que representan la transición de las antañonas
historias de prototipos machistas, sus duelos y combates
para dar el paso a un “nuevo héroe” representado
por delincuentes y especialmente narcotraficantes capaces
de hazañas impresionantes, sin importar que las mismas
sean debidas o no.
Según el doctor, Romero, quien es experto en temas
relacionados a la seguridad ciudadana, los narcocorridos
“son una apología a la violencia altamente
peligrosa para la sociedad porque cotidianiza la presencia
de los narcotraficantes en nuestra sociedad”.
Agrega que los corridos van acendrando entre la población
la idea que estos “nuevos héroes” no
son cuerpos extraños que debamos combatir y por lo
tanto la droga y lo que ella desencadena debe considerarse
como un hecho normal.
|
En
cuanto a que sean los hondureños de tierra
adentro los principales clientes de este tipo de música
Romero manifiesta que ese solo es el resultado de
que se trata de personas que crecieron y han vivido
escuchando música ranchera y que ven en este
sub género una prolongación de su música
sin tener plena conciencia de que están ensalzando
al narcotráfico. |
En
cuanto a la predilección que los policías
tienen por los narcocorridos, el sociólogo explica
que en Honduras la mayoría de los miembros del cuerpo
policial tienen apenas una formación educativa elemental
que se reduce como sumo a la educación primaria.
Indica que no hay fundamentos para pensar que se trate de
algo más que esto aunque agrega que como ocurre en
otros sectores de la sociedad se sabe que hay policías
vinculados con el tráfico de drogas.
Héctor Iván López, un hombre de aproximadamente
35 años, dedicado a la ganadería y originario
del departamento de Olancho, nos cuenta que le encantan
los narcocorridos porque “son un tipo de música
que se liga con lo que de verdad pasa y además son
historias que tienen fuerza, levantan el ánimo y
dan ganas de no doblegarse cuando uno se mete en algo”.
Lo expresado por este hombre, en el fondo, no varía
mucho de las opiniones de un sector de jóvenes universitarios
que ante la consulta también ligan el tema a la fuerza
del género y el mensaje de fortaleza que debe tenerse
ante cualquier adversidad sea que se actué lícitamente
o no.
Entre los estudiantes consultados en el campus de la Universidad
Nacional Autónoma de Honduras
también hay jóvenes que consideran los narcocorridos
como historias que tratan de hacer de los capos de la droga
figuras de gran perfil, respetadas y reconocidas socialmente.
También
hay jóvenes universitarios que desconocen este tipo
de música.
En Honduras el narcotráfico es una de las formas
del crimen organizado con fuerte incidencia. Registro oficiales
señalan que en el año 2003 la policía
de este país incautó 6,168 kilos de cocaína;
en el 2004 se registró un decomiso de 3,906 kilos
de la droga, en tanto en lo que va de este año se
han incautado cerca de 300 kilos de cocaína en tierra
firme y 6,760 kilos en embarcaciones con bandera hondureña
en aguas internacionales.
Lo cierto es que los narcocorridos son un género
o sub genero musical que cada vez se escucha más
en Honduras, una nación geográficamente fundamental
en el corredor de la droga.
Este
tipo de música refleja una realidad que no escapa
a los ojos de cualquier ciudadano que se informa por cualquier
medio de comunicación o que convive en su entorno
con los protagonistas de las historias hondureñas
de los capos y sus secuaces de cualquier nivel o estamento,
donde la ilegalidad y la violencia pasan a ser tan normales
como los términos “narcopolítica”,
“narcoempresarios”, nuevos ricos, “narcopolicias”
o “narco-juniors”… y tristemente todo
esto y lo que conlleva ha dejado de sorprender al ciudadano
común.
|