La
tragedia ocurrió en el puente que conduce a la mezquita
de Musa Al-Kadem, tercer santuario más sagrado para los
chiíes en Bagdad, al parecer tras correr el rumor de que
había un terrorista suicida entre la multitud.
Según
el relato de la Policía, el pánico se extendió
entre los miles de fieles, que comenzaron a correr en todas direcciones
por el puente que conduce al barrio de Kademiya, escenario en
los últimos días de una de las peregrinaciones más
importantes del calendario musulmán chií.
Parte
de la turba quedó atrapada junto a una de las vallas, que
cedió y provocó que cientos de personas cayeran
al vacío y el río Tigris se poblara de cadáveres
y de heridos que gritaban desesperados en demanda de auxilio.
Poco
antes de la tragedia, siete fieles habían muerto y cerca
de 40 habían resultado heridos en un ataque con morteros
contra la mezquita del imán Musa al Kadem.
Tras
conocerse la magnitud de la tragedia, el primer ministro iraquí,
Ibrahim al Yafari, instó a sus compatriotas a mantenerse
unidos para continuar el proceso de transición democrática
del país.
Yafari
acusó a "algunos malos" de propagar los rumores,
mientras que el presidente de Irak, Yalal Talabani, de visita
en Moscú, responsabilizó directamente de la tragedia
a la organización Al Qaeda en Irak, que dirige el terrorista
jordano, Abu Musab al Zarqaui.
Precisamente,
el grupo radical iraquí "Yaish al Taifa al Mansura"
(Ejército de la Secta Victoriosa), suní y presuntamente
vinculado con Al Qaeda, asumió la autoría del ataque
con proyectiles contra la mezquita.
En
un comunicado difundido en Internet y reproducido por la televisión
Al Arabiya, el grupo radical afirmó que cometió
el atentado en represalia por lo que calificó de "matanzas
que los chiíes cometen contra los suníes".
Varios
líderes políticos y religiosos suníes han
acusado recientemente a efectivos de antiguas milicias chiíes,
que se integraron en las fuerzas de seguridad, de secuestrar y
asesinar a miembros de la comunidad suní.
Por
su parte, dirigentes chiíes responsabilizaron en el pasado
a "terroristas" suníes del asesinato de decenas
de miembros de su comunidad, incluidos varios clérigos.
 |
Para
evitar tensiones entre las dos comunidades, el jefe del
Gobierno iraquí dirigió un discurso a la nación
en el que pidió que las diferentes entidades políticas
y religiosas del país "trabajen por la unidad
del pueblo de Irak para continuar el proceso" de transición
democrática. |
"Hay
que mostrar a todo el mundo que lo que ocurrió hoy nos
impulsará para preservar la unidad del pueblo, y que nuestra
palabra seguirá estando unida", dijo Yafari.
Su
declaración apareció poco después de que
el ministro de Sanidad, el chií Abdel Mutaleb Ali, responsabilizara
a sus colegas de Defensa e Interior de la tragedia, y pidiera
a los dos que dimitieran de sus cargos.
Poco
después, los dos ministros interpelados, Saadum al-Dulaimi,
titular de Defensa, y Bayan Yabr, responsable de Interior, comparecieron
ante la prensa para alabar la actuación de la Policía
y los servicios de socorro.
Al-Duleimi
y Yabr subrayaron, asimismo, que en las horas previas a la estampida,
las fuerzas de seguridad evitaron "numerosos" intentos
de atentado contra los peregrinos chiíes.
También
afirmaron que miembros de los servicios de seguridad, en cooperación
con las fuerzas multinacionales, mataron a varios terroristas
que trataban de penetrar en el barrio de Kadimiya, donde se encuentra
la mezquita de Musa Al-Kadem y donde ocurrió la tragedia.
Mientras
tanto, varios políticos y religiosos suníes expresaron
su pesar por la "catástrofe", y el Partido Islámico,
uno de los principales grupos suníes del país, hizo
un llamamiento a la población para que done sangre a los
heridos.
Un
llamamiento similar fue hecho a través de los altavoces
por el el Consejo de Ulemas de Faluja (suní), mientras
que el secretario general del Congreso del Diálogo, Adnan
al Duleimi, pidió la creación de un comité
independiente para investigar las causas de la tragedia.
EFE