Aflora problema del racismo
por tragedia en EEUU
   

04 de septiembre de 2005

Washington (EEUU) - La devastación de Nueva Orleans, además de muerte y desolación que afecta especialmente a los negros, ha demostrado que, en contra de lo que pretenden hacer creer, en EEUU hay mucho que hacer aún para conseguir la integración racial.


El presidente de EEUU, George W. Bush, trata de frenar ahora las críticas de quienes le acusan de no haber actuado antes para ayudar a las víctimas del huracán "Katrina" por tratarse, en su mayoría, de negros, y encima, de negros pobres.

Varios miembros de su gabinete se han movilizado ya para contrarrestar esta apreciación y se han reunido con líderes de la comunidad negra para subrayar que no se hay diferencias por asuntos de raza en las tareas de rescate.

"Creo que querían intentar disipar cualquier tipo de noción de que a la administración no le importa la gente afroamericana", explicó al término de la reunión el congresista demócrata de Maryland Elijah Cummings.

En su opinión, "muchas personas de la comunidad afroamericana, y otros, comparten la visión de Bush", en el sentido de que los resultados de las operaciones han sido "inaceptables".

El secretario de Seguridad Nacional, Michael Chertoff, y el de Vivienda, Alphonso Jackson, entre otros, les explicaron la marcha de las operaciones de emergencia e intercambiaron con ellos puntos de vista sobre posibles medidas a adoptar con miras al futuro, según Cummings.

El portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, dijo que en la reunión se intentó encontrar fórmulas para trabajar con grupos comunitarios o religiosos para satisfacer las necesidades de las víctimas más a largo plazo.

Pero la cita coincidió con las crecientes críticas al Gobierno de Bush, al que primero acusaron de actuar tarde, mal y, en opinión de los negros, con racismo.

El primero en poner el dedo en la llaga fue el cineasta Michael Moore, eterno crítico de Bush, quien en una carta abierta arremetía contra la respuesta del Gobierno a la crisis y lo achacaba tanto a la disminución de la capacidad de EEUU causada por las guerras, como a que los damnificados, mayormente, eran negros.

"Vamos que ¡son negros!, quiero decir. No es como si esto hubiese ocurrido en Kennebunkport", en alusión al lugar donde la familia Bush tiene una residencia de verano junto al mar, en el estado de Maine.

El reverendo y activista de los derechos humanos, Jesse Jackson, fue también uno de los más duros con el presidente.

Además de calificar de "incompetente" la respuesta de Bush aseguró que en EEUU "hay una indiferencia histórica con el dolor de los pobres y los negros".

Jackson atacó también al mandatario por no haber elegido a negros para dirigir las labores de rescate, aunque el responsable de los militares en Nueva Orleans, el teniente general Russell Honoré, es negro y lo está haciendo bien, a juzgar por las declaraciones de las autoridades locales.

El alcalde de la ciudad, Ray Nagin, -afroamericano- que fue uno de los más críticos con la respuesta del Gobierno federal y llegó a utilizar públicamente lenguaje inapropiado, no sólo ha hecho una excepción con Honoré en todas sus declaraciones sino que incluso le ha definido como el 'John Wayne' que se necesitaba para poner orden.

En su arremetida a favor de los negros, Jesse Jackson, que se trasladó a Nueva Orleans, culpó también a los medios de comunicación porque, según él, "criminalizan a la gente de Nueva Orleans" al mostrar continuamente imágenes de negros robando y saqueando establecimientos.

Además del reverendo, los líderes negros del Congreso de EEUU han dejado patente su malestar y se han llegado a declarar "avergonzados" de ser estadounidenses.

Los miembros del Caucus Negro (grupo de legisladores negros) exigieron justicia y denunciaron la influencia del factor 'color' en la reacción tardía del Gobierno.

Según la legisladora demócrata de Ohio Stephanie Tubb Jones no se trata de un problema racial sino de "un problema de clases... porque la gente con dinero logró salir (de la zona de desastre), y la gente pobre es la que ahora sufre".

La única persona de raza negra del Gobierno, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, intentó desmontar estos argumentos al asegurar que no cree que "la gente pueda decidir esto en base al color".

"No somos así", dijo Rice, quien hoy recorrerá las partes asoladas por Katrina en su estado natal, Alabama. Simplemente, no lo cree porque, dijo "los estadounidenses no quieren ver sufrir a estadounidenses". EFE