29
de septiembre de 2005
Por
Sandra Castillo
Proceso Digital
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Es una de las urbes que mayor grado de atraso muestra en comparación
con ciudades como san Pedro Sula
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Sus principales problemas son la pobreza, la carencia de agua,
el mal estado de sus vías y la delincuencia
Tegucigalpa
- Unos 427 años han pasado desde su fundación
y Tegucigalpa se ha convertido en la ciudad más importante
de Honduras, pero a la vez la que menor grado de desarrollo presenta,
en comparación con otras importantes urbes del país.
En
Tegucigalpa y Comayagüela, que constituyen el municipio del
Distrito Central, hay 136,500 familias que viven entre la pobreza
y la indigencia y que sobreviven con uno a tres dólares diarios.
En
el casco urbano existen 612 barrios y colonias. De éstos,
420 son marginales, es decir, que carecen de 2 a 3 servicios básicos
que pueden ser agua potable, energía eléctrica, alcantarillado
de aguas negras, calles pavimentadas o tren de aseo.
También
cuenta con 44 aldeas y 366 caseríos, el 70 por ciento de
estos son marginales y las personas que los habitan, en su mayoría
niños, sobreviven condiciones infrahumanas.
Al
igual que la mayoría de las capitales del mundo, la capital
hondureña está habitada por miles de inmigrantes que
dejan su lugar de origen en busca de mejores oportunidades.
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El
alto índice de inmigración ha generado que los
cinturones de pobreza se incrementen y que el crecimiento
de la ciudad sea completamente desordenado, provocando que
los servicios básicos sean insuficientes, razón
por lo cual la mayoría de los capitalinos viven en
condiciones inadecuadas. |
Los
capitalinos enfrentan muchas dificultades; déficit de viviendas,
pésima infraestructura vial, falta de agua potable, inseguridad,
escasos servicios de salud y pocas oportunidades de trabajo, entre
otras penurias.
A
lo anterior se suma el alto grado de delincuencia, que la hace junto
a San Pedro Sula, una de las ciudades más violentas del país.
Todas
estas carencias y necesidades, la convierten en un lugar que para
muchos era la ciudad de las esperanzas en una urbe de frustraciones
para miles de hondureños que lo único que encontraron
en la capital fue más miseria.
Nueva
Capital, Agua Blanca, Quebrachitos, Villa Franca, El Pantanal, El
Pastel, Cantarero López, El Retiro son algunos de los barrios
y colonias marginales que conforman la capital.
En
el abandono
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En
estos sectores, según informes del Instituto Nacional
de Estadísticas, INE conforman el 70 por ciento de
la capital, abunda la falta de agua potable, cunetas, luz
eléctrica y calles en buen estado, en fin, son vecindarios
que se caracterizan por carecer de los servicios básicos
necesarios. |
Las
casas están medio construidas, sus paredes son de cartón,
madera o adobe, los techos están cubiertos por pedazos de
láminas y plásticos y los pisos son de tierra.
Las
más de 150 mil familias que habitan estas zonas viven en
condiciones infrahumanas y los niños, que son el mayor número
de habitantes en los sectores marginales, se ven obligados a abandonar
la escuela, ya que tienen que contribuir con los quehaceres del
hogar o porque sus padres no pueden costear sus estudios.
Vulnerabilidad
Por
otro lado, el terreno irregular en la que esta cimentada, convierten
a la capital en un lugar muy vulnerable; hay 140 barrios y colonias
construidos en zonas consideradas de alto riesgo, ya sea porque
están ubicadas a orillas de ríos y quebradas o porque
se encuentran en terrenos propensos a derrumbes.
Cada
vez que un temporal azota la ciudad, las miles de familias que viven
en estos lugares considerados de alto riesgo están propensas,
no sólo a perder sus pertenencias, sino a morir a causa de
inundaciones o derrumbes.
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Pese
a los estudios realizados por varias instituciones, entre
ellas la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional,
JICA, en los que se exponen los proyectos de mitigación
que pueden efectuarse para prevenir los desastres naturales,
ninguno de ellos ha sido desarrollado por las autoridades
correspondientes. |
Tanto
las autoridades edilicias como el gobierno central atienden estos
problemas de manera superficial y a corto plazo, por lo que cada
vez que una leve lluvia azota el país se presentan los mismos
acontecimientos de siempre: derrumbes e inundaciones.
Estos
desastres naturales dejan miles de familias desprotegidas que al
pasar la tormenta regresan a levantar sus hogares en las inmediaciones
de los ríos o al margen de los barrancos, ya que no encuentran
o no pueden costar otro lugar donde vivir.
Déficit
habitacional
Según
estudios realizados por la Secretaria de Obras Públicas Transporte
y Vivienda (SOPTRAVI), unos 700 mil hogares carecen de una vivienda
propia, ya que el alto costo de la vida y la falta de empleo impide
que las familias pobres, que son las que predominan en la capital,
puedan adquirir una residencia.
A
la extrema pobreza se le suma la falta de terrenos donde construir
proyectos habitacionales, problema ocasionado por el crecimiento
desordenado y pese a que hay varias instituciones orientadas
a resolver esta dificultad, la carencia de residencias es
evidente. |
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Entre
los entes estatales encargados de financiar la compra de viviendas
se puede mencionar el Régimen de Aportaciones Privadas, RAP;
el Fondo Nacional de la Producción y la Vivienda, FONAPROVI;
la Fundación de Desarrollo de Viviendas, FUNDEVI; y el Instituto
Nacional de Jubilaciones y Pensiones de los Empleados Públicos,
INJUPEMP.
Pero
ninguna de estas instituciones ha podido vencer la evidente falta
de viviendas que hay en la capital, lo que provoca que miles de
capitalinos vivan en un constante y total abandono.
Calles
de herradura
La
capital cuenta con mil 365 kilómetros de red vial, de estos
503 están pavimentados y 861 son calles de tierra, en las
que por lo general se necesita un carro con doble tracción
para poder transitarlas.
Día
a día los capitalinos transitan por avenidas en mal estado,
en las que predomina una particularidad: los innumerables hoyos
que tiene la red vial pavimentada, que en su mayoría está
asfaltada a medias.
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Además
esta aquel sector de la población que al salir de sus
casas solo mira calles de tierra que en muchas ocasiones son
inaccesibles para los vehículos, lo que pone en riesgo
su seguridad, ya que el transporte urbano no llega hasta estos
sectores y las personas corren el riesgo de ser victimas de
la delincuencia, mientras camina a sus casas. |
Carestía
de agua
Por
otro lado, las represas que abastecen Tegucigalpa y Comayagüela
son Los Laureles, La Concepción y El Picacho y todas funcionan
a medio vapor porque tienen menos de la tercera parte de su capacidad.
Los
capitalinos requieren de de tres mil 212 litros de agua por segundo,
en la época critica de verano la producción llega
a mil 581 litros, por lo que el déficit es de un 42 por ciento.
Esta
es una realidad que enfrentan miles de personas que viven en más
de cien barrios y colonias que no cuentan con este vital líquido
y que para obtener un galón del mismo tienen que pagar hasta
17 lempiras.
Para
solucionar este problema las autoridades hablan de la construcción
de la represa Guacerique II, proyecto que tiene un costo de 132
millones dólares y que atendería la demanda hasta
el año 2013.
Asimismo,
se menciona la construcción del embalse del Río del
Hombre, en el cual se invertirían 167 millones de dólares
y abastecería de agua la capital hasta en el 2018.
Esta
es la realidad que enfrenta la capital, que a 427 años
de su fundación quiere pasar por una ciudad moderna,
pero los grandes edificios, lujosos hoteles y ostentosas casas
no pueden ocultar la miseria y atraso que viven la mayoría
de sus habitantes. |
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