Miller
fue excarcelada el jueves por la noche de la prisión federal
de Alexandria, en Virginia, tras acceder a testificar sobre el "caso
Valerie Plame", la ex agente secreta cuyo nombre salió
publicado en la prensa hace algo más de dos años.
La
salida del anonimato de Plame habría sido fruto de una "vendetta"
en la que podrían estar implicados funcionarios de la Casa
Blanca, entre ellos Karl Rove, asesor político y mano derecha
del presidente estadounidense, George W. Bush.
El
jurado tendrá que decidir, antes del próximo 28 de
octubre, si existen pruebas suficientes para determinar que se cometió
un delito. Revelar "a sabiendas" la identidad de un agente
secreto es considerado delito en EEUU.
Hasta
ahora Miller se había negado a comparecer ante el jurado
amparada en el derecho a defender el anonimato de sus fuentes.
Pero
según un comunicado divulgado poco después de salir
de prisión, Miller ha cambiado de opinión tras alcanzar
un acuerdo con el fiscal que "satisface" la fidelidad
a sus fuentes.
La
reportera del rotativo "The New York Times" se mostró
satisfecha con su renovada libertad y aseguró que dejaba
su celda porque su fuente había accedido "voluntariamente"
a liberarla del compromiso de confidencialidad sobre sus conversaciones.
Miller
nunca llegó a publicar el artículo sobre Plame, a
diferencia de los otros dos periodistas involucrados en el asunto,
el reportero de la revista "Time" Matthew Cooper, y el
columnista Robert Novak, primero en revelar la identidad de la ex
agente en el 2003.
Cooper
accedió a testificar a finales de julio, cuando Miller ingresó
en el centro de Alexandria por su negativa a hablar. Lo ocurrido
con Robert Novak es un misterio, aunque todo apunta a que se habría
librado de la cárcel después de comparecer ante el
jurado investigador.
Según
el "Times", la fuente de Miller fue Lewis "Scooter"
Libby, asesor del vicepresidente de EEUU, Dick Cheney.
Arthur
Sulzberger Jr., editor del rotativo neoyorquino, respaldó
a Miller mediante un comunicado y manifestó su satisfacción
con la decisión de la fuente de dar permiso "por teléfono
y por escrito" a la periodista para que testifique.
El
ingreso en prisión de la periodista neoyorquina el pasado
6 de julio desató un acalorado debate en los medios estadounidenses
sobre la figura de Miller, a quien muchos critican por su papel
antes de la invasión de Irak por las tropas estadounidenses
en el 2003.
La
reportera del "Times" publicó varios artículos
en los que se indicaba la posible existencia de armas de destrucción
masiva en el país árabe, afirmación que resultó
ser falsa y en la que se apoyó EEUU para iniciar la guerra
con Irak.
La
difusión del nombre de Plame desató una investigación
encabezada por el fiscal Patrick Fitzgerald, que ha dañado
la credibilidad de la Casa Blanca y que podría acabar con
la presentación de cargos criminales contra uno o varios
altos funcionarios estadounidenses.
La
ocupación secreta de Plame se supo pocos días después
de que su marido, el ex embajador Joseph Wilson, refutase la acusación
realizada por el presidente de EEUU, George W. Bush, de que Sadam
Husein había intentado comprar uranio en Níger.
Bush
afirmó, en una comparecencia ante el Congreso en enero del
2003, que el régimen iraquí de Sadam Husein había
tratado de adquirir materiales nucleares "en Africa",
lo que reforzaría sus argumentos para justificar una acción
militar contra Irak.
Wilson
afirmó que la filtración fue una represalia de la
Casa Blanca y apuntó directamente a Libby como presunto responsable.
El
escándalo Plame también salpica a Karl Rove, principal
asesor político de Bush, quien reconoció, por medio
de sus abogados, que habló con Cooper, aunque negó
que hubiera revelado el nombre de la ex agente.
La
reaparición en escena del "caso Valerie Plame"
amenaza con caldear aún más la ya tórrida atmósfera
política de la capital estadounidense. EFE
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