La capilla
del Colegio Fonseca acogió la clausura de la Cumbre de Salamanca,
ceremonia a la que además de los jefes de Estado y de Gobierno
iberoamericanos también asistieron la Reina Sofía
de España y el Príncipe Felipe, heredero de la Corona.
En
su intervención, el monarca español aseguró
que este foro "nos reafirma en la convicción de que
es mucho lo que la Comunidad Iberoamericana puede aportar a nuestros
pueblos y naciones".
El
rey consideró también que, en Salamanca, se ha dado
un impulso "fundamental" a la organización con
la puesta en marcha de la Secretaría General Iberoamericana
(SEGIB) cuya misión es la de "lograr una mayor cohesión
interna de nuestro espacio iberoamericano y hacerlo más presente
y activo en el mundo".
Valoró
también que, a lo largo de las dos jornadas de trabajo, se
hayan debatido cuestiones que inciden directamente sobre el bienestar
de sus ciudadanos y sobre el papel que "la gran familia de
Naciones Iberoamericanas" debe desempeñar en el contexto
internacional.
Por
su parte, Rodríguez Zapatero consideró que la Cumbre
de Salamanca ha supuesto el inicio de "una nueva andadura"
de esta comunidad, y apeló a seguir dando pasos para lograr
una asociación estratégica entre la UE y América
Latina.
Subrayó
también que convertir la Cumbre en "un alegato en favor
de la paz y de un futuro conciliador" ha sido un éxito
y sus resultados han de llenar de satisfacción a todos los
participantes.
Así,
consideró que el punto más destacable de la agenda
común es la lucha contra la pobreza y la desigualdad, "un
desafío que no puede esperar", dijo.
Por
ello, Zapatero instó a todos a sumar esfuerzos tanto en ese
asunto como en el fenómeno de las migraciones y subrayó
que la creación de la SEGIB debe servir también para
que Iberoamérica tenga una voz propia y fuerte en el mundo
ya que "es tiempo de colaboración y de esfuerzos compartidos".
Tras
señalar que Iberoamérica quiere reconocerse en el
deseo de un mundo más justo y más solidario, afirmó
que eso sólo es posible "cuando la justicia, la solidaridad
y la paz germinan dentro de las sociedades que así lo desean".
Además
de los representantes de los 22 países miembros de la organización,
entre el público reunido para la ceremonia también
se encontraban la vicepresidenta primera del Gobierno español,
María Teresa Fernández de la Vega, y los ministros
españoles de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, y Trabajo
y Asuntos Sociales, Jesús Caldera.
La
clausura también contó con la intervención
del secretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, quien subrayó
el esfuerzo realizado por todos para "cambiar la retórica
por hechos concretos" y volver dotar de contenidos este foro.
"Creo
que seremos capaces de traducir la diplomacia de las palabras en
acciones concretas", aseguró Iglesias, quien explicó
que el foro se ha cerrado con la aprobación de la Declaración
de Salamanca, un documento con un treintena de propuestas que abordan
la mayor parte de los problemas que afectan a la región.
A
este texto se añaden quince "comunicaciones especiales"
en la que los gobernantes se han pronunciado sobre temas como el
bloqueo de Estados Unidos a Cuba, la lucha antiterrorista y la violencia
en Colombia.
"Llevo
cargadas las alforjas con muchos mandatos", precisó
el responsable de la SEGIB.
Salamanca
legó hoy el testigo de estas citas anuales a Montevideo,
ciudad que albergará la próxima cumbre en otoño
de 2006, según anunció el presidente uruguayo, Tabaré
Vazquez, en el acto de clausura.
El
mandatario uruguayo quiso compartir con el resto de sus colegas
"la enorme alegría" de su país por ser el
anfitrión de una cita "en cuya preparación ya
estamos trabajando".
Vázquez
señaló que el contenido de la que será la cumbre
número dieciséis será definida en las reuniones
sectoriales que se celebrarán a lo largo de este año.
"Estamos
unidos por una larga historia, cierta sabiduría y un porvenir
que ya llegó", agregó el gobernante uruguayo,
quien afirmó que la reunión de Salamanca ha servido
para reafirmar estos foros. EFE |