El fiscal
Fitzgerald presentó una acusación de obstrucción
a la justicia, dos de perjurio y dos de falso testimonio contra
el hombre de confianza de Cheney.
Libby aseguró, en un breve
comunicado, estar "convencido" de que al final de este
proceso será "completa y totalmente exonerado".
El jurado investigador se disolvió
hoy tras casi dos años de pesquisas durante los que, según
explicó Fitzgerald, ha tratado de determinar quién
dijo qué, a quién y cuándo en el "caso
Plame".
Valerie Plame era una espía
de la CIA hasta que en 2003 su identidad como agente salió
publicada en un artículo.
Su marido, el ex diplomático
Joseph Wilson, atribuyó la filtración a una venganza
de la Casa Blanca en su contra, por haber acusado al Gobierno de
invadir Irak con falsos pretextos.
Wilson difundió hoy un comunicado
en el que califica la decisión de "un paso importante",
aunque señaló también que "es un día
triste" para EEUU del que nadie puede alegrarse, porque supone
una acusación contra la propia Casa Blanca.
Por su parte, el presidente de EEUU,
George W. Bush, aseguró hoy que el trabajo del Gobierno continuará.
En una breve declaración
antes de partir hacia Camp David, donde pasará el fin de
semana, Bush se declaró "entristecido" por la presentación
de cargos y por la dimisión de Libby.
Aunque el grueso de la investigación
ha acabado, Fitzgerald aseguró que la pesquisa continúa.
Karl Rove, el principal asesor político
de Bush, se libró de las acusaciones, pero sigue bajo investigación.
Fitzgerald recordó en rueda
de prensa que Libby dijo a la policía federal (FBI) que se
enteró de la ocupación de Plame a través del
periodista de la cadena NBC Tim Russert, y que lo comentó
posteriormente con otros reporteros sin saber ni siquiera si era
cierto que la esposa de Wilson fuese espía.
Esas afirmaciones, insistió
el fiscal de origen irlandés, son falsas. Libby habló
con varios reporteros sobre Plame antes de la citada conversación
con Russert quien, apuntó Fitzgerald, nunca le dijo nada
al ex asesor de Cheney sobre Plame.
El fiscal, de 44 años, afirmó
que al menos cuatro personas en la administración le revelaron
a Libby la identidad de Plame antes de que el nombre de la espía
saliese por primera vez a la luz, el 14 de julio de 2003. Uno de
esos funcionarios fue el propio Cheney.
Esas conversaciones no son ilegales,
ya que los funcionarios en cuestión tienen permiso para acceder
a información secreta, pero difundirlas públicamente
a sabiendas sí lo sería.
Curiosamente, Fitzgerald no presentó
cargos contra Libby por la filtración del nombre de la espía,
el motivo por el que se abrió la investigación.
Acerca de si la responsabilidad
de la filtración podría recaer en otro funcionario,
el fiscal apuntó que la ley le prohíbe hablar al respecto
y que sólo puede declarar sobre los cargos ya presentados.
La acusación del influyente
asesor del Gobierno promete volver a poner en cuestión durante
el juicio los motivos de EEUU para lanzar la guerra contra Irak.
Bush dio la orden de invadir Irak
en marzo de 2003, diciendo que el programa de armas de destrucción
masiva de Sadam Husein suponía una grave e inmediata amenaza
para EEUU.
Las armas nunca se encontraron y
el número de soldados estadounidenses muertos en el país
árabe supera ya los 2.000.
"Este es un caso de cómo
la Casa Blanca fabricó y manipuló información
secreta para reforzar su argumento para ir a la guerra en Irak y
para desacreditar a cualquiera que se atreva a retar al presidente",
afirmó hoy en un comunicado Harry Reid, jefe de la oposición
demócrata en el Senado.
La acusación contra Libby
supone un duro revés para Cheney, que ha mantenido con su
jefe de Gabinete una relación casi paternal, invitándolo
incluso a veranear en su casa de Wyoming.
El
vicepresidente recordó hoy que su ya ex jefe de Gabinete
y asesor de Seguridad Nacional debe ser considerado inocente hasta
que se demuestre su culpabilidad. EFE
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