La primera
parte de esta cumbre tuvo lugar en Ginebra en diciembre de 2003,
donde representantes de 175 países sentaron los cimientos
de la CMSI, culminando en una Declaración de Principios y
un Plan de Acción.
La
principal meta marcada es que en el año 2015 todas las escuelas,
aldeas y hospitales del mundo tengan conexión a Internet
y que una de cada dos personas tenga acceso a la red.
Los
principales problemas resultantes de la primera reunión fueron
dos: por un lado, el gobierno de Internet, en manos de Estados Unidos
a través del Internet Corporation for Assigned Names and
Numbers (ICANN), una institución directamente dependiente
del departamento de Comercio de los Estados Unidos y que se rige
por las reglas del estado de California.
El
poder que le otorga esta posición llega hasta el punto de
que si al gigante norteamericano se le antoja, es capaz de bloquear
el acceso a todas las páginas de la red, así como
evitar que se mande un solo correo electrónico en cualquier
país. Por otro lado, la creación de un Fondo de Solidaridad
Digital para África, para acercar el mundo “internaútico”
a las sociedades más pobres del continente casi siempre olvidado.
A
medida que avanzan los adelantos tecnológicos, se hace más
palpable la división entre quienes tienen acceso a ellos
y los que no pueden. Pero esta grieta no sólo afecta a los
países en vías de desarrollo.
Dentro
de los países más desarrollados también hay
otros baremos que indican que no todo el mundo accede por igual
a ellos como pueden ser el generacional o de género.
Ha
llamado mucho la atención el escenario elegido para albergar
esta cumbre. Túnez no se caracteriza precisamente por respetar
la libertad de expresión.
A
pesar de que su infraestructura de Internet es buena, incluidos
300 cibercafés administrados por el gobierno y destacando
el acceso de la mayoría de los centros de enseñanza
media y universidades, el control a la red por parte de las autoridades
es tremendamente férreo.
El
mismo lunes 14 de noviembre, dos días antes de que se iniciara
la cumbre, decenas de policías tunecinos golpearon a Omar
Mestiri, director de la revista Kalima, conocida por investigar
casos de corrupción y registrar violaciones de derechos humanos
en el país tunecino.
Posteriormente
también se cargó contra los representantes de organizaciones
como Human Rigths Watch. Mestiri aún puede considerar que
tuvo suerte, ya que el corresponsal del periódico francés
Libération pasó la noche del domingo en la cárcel.
Su delito, un reportaje acerca de las violaciones de los derechos
humanos en Túnez.
La
conclusión ideal que se debería extraer de la CMSI
sería, no sólo el reconocimiento por parte de los
países desarrollados de la injusticia en el acceso a las
nuevas tecnologías de los menos favorecidos, sino un plan
de acciones encaminado a acortar estas diferencias.
Si
dejamos de lado la parte utópica de esta afirmación,
veremos en los próximos días los resultados de esta
cumbre que esperemos, no se quede en papel mojado.
Tomado
de consolidario.org
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