El
fuego cruzado de acusaciones que tuvo lugar durante la votación
el viernes por la noche hizo que el presidente George W. Bush, de
gira por Asia, incluyese unas líneas sobre la disputa en
el discurso que pronunció ante miles de soldados estadounidenses
en una base militar en Seúl (Corea del Sur).
La
Casa Blanca se encargó de difundir el discurso en EEUU nueve
horas antes de que Bush se dirigiese a las tropas, una estrategia
que permitió a los principales rotativos del país
incluir las palabras del presidente en su edición de hoy.
Los
programas matutinos de televisión también difundieron
las palabras e imágenes del inquilino de la Casa Blanca,
quien insistió en que la retirada anticipada de las tropas
de Irak sería "una receta para el desastre" y destacó
que el "juicio sensato" debe imperar sobre las peticiones
emocionales de repliegue militar.
Con
el mensaje de Bush, los estrategas gubernamentales dan una nueva
vuelta de tuerca a la guerra de palabras que arrancó el pasado
11 de noviembre, Día de los Veteranos, cuando Bush aprovechó
su paso por una base militar en Alaska para calificar de "irresponsables"
los ataques de la oposición.
Las
acusaciones de los demócratas de que la Casa Blanca manipuló
la información para justificar la guerra en Irak y la incriminación
de Lewis Libby, ex jefe de Gabinete del vicepresidente Dick Cheney,
han hecho mella en la reputación de Bush.
Según
el último sondeo conjunto de la cadena de televisión
NBC y el periódico "The Wall Street Journal", el
57 por ciento de los estadounidenses cree que Bush "engañó
deliberadamente" al país sobre la guerra en Irak.
Un
78 por ciento de los encuestados dijo que, además de Libby,
otros altos funcionarios "podrían haber actuado ilegalmente"
en el "caso Plame", relacionado con la filtración
a la prensa del nombre de una espía.
El
caso apunta, además, al corazón de la guerra en Irak,
ya que la ocupación secreta de Plame se supo poco después
de que su marido, el ex diplomático Joseph Wilson, acusase
a EEUU de invadir Irak bajo falsos pretextos.
Pero
la Casa Blanca no está dispuesta a darse por vencida y ha
vuelto a recurrir a la desacreditación del "enemigo",
uno de los recursos favoritos y más efectivos de Karl Rove,
principal asesor y mano derecha del presidente Bush.
Entre
los blancos del ataque destaca John Murtha, el demócrata
que esta semana pidió una retirada "lo más pronto
posible" de Irak, a quien los republicanos han equiparado con
un cobarde.
Desde
Corea del Sur, donde acompaña a Bush, el portavoz de la Casa
Blanca Scott McClellan celebró hoy que el Congreso haya decidido
de "forma bipartidista y enérgica" rechazar la
propuesta de tirar la toalla y echarse a correr.
La
decisión de la Cámara de Representantes llega sólo
días después de que el Senado echase por tierra una
iniciativa demócrata para forzar a Bush a diseñar
un calendario para la retirada de las tropas de Irak.
La
intensidad de los ataques ha hecho que el propio Cheney rompa su
tradicional silencio, al asegurar esta semana que los detractores
de la guerra son "hipócritas" y carecen de patriotismo.
El
secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, también ha puesto
su granito de arena, al asegurar el viernes durante una visita a
Australia que Irak se convertirá en una democracia donde
reinará la paz, aunque no especificó cuándo.
"Irak
será un país estable en paz con sus vecinos",
destacó Rumsfeld pese a la escalada de violencia esta semana
en el país árabe, donde se han registrado varios ataques
suicidas que se han saldado con casi un centenar de víctimas.
Los
analistas prevén que la "escalada dialéctica"
cobre intensidad a medida que se vayan aproximando las elecciones
parlamentarias en Irak, previstas para el 15 de diciembre.
EFE |