Maduro no pudo con la violencia
   

22 de noviembre de 2005

Tegucigalpa - La violencia en Honduras, atribuida en gran parte a las maras (pandillas), no ha podido ser controlada por el Gobierno de Ricardo Maduro, pese a que la seguridad ciudadana fue uno de sus objetivos.

Cuando Maduro asumió como presidente de Honduras, el 27 de enero de 2002, dijo que en su mandato de cuatro años terminaría con la violencia.

Pero, a dos meses de concluir la gestión de Maduro, los hondureños viven una ola de delincuencia que en gran parte es atribuida por las autoridades a las maras.

Muchos de los casos de muertes violentas no son esclarecidos por las autoridades, según publicaciones de la prensa local y de organismos de derechos humanos.

Organizaciones como Casa Alianza registran mensualmente un promedio de 40 muertes violentas de personas en edades comprendidas entre los 14 y 23 años.

Entre enero y octubre de este año, Casa Alianza registró al menos 359 muertes violentas, de las que el 39 por ciento de las víctimas eran menores de 18 años.

Grupos de derechos humanos también atribuyen algunas muertes a agentes de la policía, lo que en pocos casos han reconocido las autoridades locales.

Maduro dijo el día de su investidura que "nada ni nadie me apartará del propósito inquebrantable de transformar Honduras en un país seguro", pero cuatro años después esa promesa no se ha hecho realidad.

Bertha Oliva, coordinadora del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), indicó que ese organismo registró cerca de 3.000 muertes impunes durante la administración de Maduro, y que los hondureños "llegamos de nuevo a una campaña electoral basada en el miedo".

En lo que respecta a la violencia, tres grandes matanzas que no han sido del todo esclarecidas empañaron la administración de Maduro: una el 5 de abril de 2003 en la Granja Penal de El Porvenir (Caribe) y dos en San Pedro Sula (norte) el 17 de mayo y 23 de diciembre de 2004, que dejaron un saldo global de unos 304 muertos.

En la Granja Penal de El Porvenir murieron 69 personas, entre quemadas y heridas con armas blancas y de fuego, según informes oficiales, que responsabilizaron en parte a autoridades de la cárcel. La mayoría de las víctimas eran pandilleros.

El 17 de mayo del año pasado, 107 pandilleros murieron quemados en una celda del presidio de San Pedro Sula, hecho que las autoridades atribuyeron a un cortocircuito a causa de una recarga en el sistema eléctrico.

El 23 de diciembre de 2004, otras 28 personas murieron tiroteadas en un autobús de la ruta urbana en el populoso barrio Chamelecón, de San Pedro Sula.

Esta matanza, que tampoco ha sido del todo esclarecida, es atribuida a pandillas armadas por las autoridades hondureñas.

A dos meses de cesar como presidente, Maduro sostiene que la seguridad "es un tema a largo plazo" y admite que no ha podido acabar con la criminalidad en su país, aunque destaca que en su mandato "se redujeron enormemente los secuestros, de 45 en 2001 a cuatro en 2004".

"Los niveles de seguridad han mejorado pero no se ha terminado con el crimen, todavía tenemos una cantidad de violencia y de asesinatos muy alta, aunque los hemos reducido en un 35 por ciento", dijo Maduro a periodistas el pasado 11 de noviembre.

Para las elecciones del próximo 27 de noviembre, los únicos candidatos presidenciales con opción de triunfo son Porfirio Lobo, del gobernante Partido Nacional, y Manuel Zelaya, del Partido Liberal, primera fuerza de oposición.

La ley electoral prohíbe la difusión de sondeos de opinión, por lo que no ha sido posible medir la relación de fuerzas entre Lobo y Zelaya, aunque sus partidos han publicado un par de encuestas en la que le dan el triunfo a su candidato.EFE

 
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