Justo
ante de recibir una inyección letal, a las 07.00 gmt, en
presencia de testigos que incluían a una de sus nueras, el
reo, Kenneth Lee Boyd, instó a ésta a "cuidar
de mi hijo y mis nietos" y se despidió con la frase:
"Que Dios bendiga a todos los presentes".
La ejecución de Boyd, un
veterano de Vietnam de 57 años, se realizó tras fracasar
los esfuerzos de sus abogados para que se aplazara el castigo o
se le conmutara por cadena perpetua.
La defensa alegó que sus
experiencias en Vietnam, donde fue atacado por francotiradores,
habían sido un factor que contribuyó en sus crímenes.
Pero la última esperanza
del condenado se diluyó a la medianoche del jueves cuando
el gobernador de Carolina del Norte, Michael Easley, anunció
que no había "una razón categórica"
para otorgar clemencia y alterar la decisión de los jurados.
Poco antes, una corte federal de
apelaciones y el Tribunal Supremo de EEUU habían rechazado
recursos de último minuto presentados por los abogados del
condenado.
Lee Boyd admitió desde el
comienzo del juicio que había asesinado a balazos a su esposa,
July Currie, de 36 años, y al padre de ésta, Thomas
Dillard, de 57.
En entrevistas a diarios y radioemisoras
Boyd no reveló estar arrepentido, pero lamentó el
hecho de ser el ejecutado número mil en Estados Unidos.
"No me agrada la idea de que
se me considere como una simple cifra. Soy una persona, no una estadística",
señaló.
En las últimas horas de vida,
el condenado recibió la visita de sus familiares en el penal
de Raleigh y para su última cena pidió carne de vacuno,
papas hervidas con crema agria, ensalada, pan con mantequilla y
una bebida gaseosa.
La ejecución de Boyd será
seguida hoy por la de Shawn Paul Humphries, en el vecino estado
de Carolina del Sur, si resultan estériles los esfuerzos
de sus abogados por conseguir clemencia del gobernador del estado
y un aplazamiento por parte del Tribunal Supremo.
Humphries, de 34 años, fue
condenado a muerte por asesinar al empleado de un comercio en 1994.
Esa ejecución, prevista para las 23:00 GMT del viernes, será
la número 1.001.
Estados Unidos superó la
histórica barrera de mil ejecuciones en un momento en que
se ha recrudecido el debate que enfrenta a los detractores de la
pena de muerte y quienes la apoyan.
Ese enfrentamiento se escenificó
antes de la ejecución frente al penal de Raleigh, en Carolina
del Norte, donde centenares de detractores denunciaban que el castigo
es "una barbaridad racista" en vigilias observadas de
cerca por otros grupos que afirmaban que es la única forma
de combatir el crimen.
Sólo en Carolina del Norte,
todavía quedan, tras la ejecución de Boyd, 174 reos
sobre quienes pesan condenas a muerte, que se remontan, en el caso
de mayor antigüedad, a 1979.
Según manifestó a
EFE Brian Forst, profesor de derecho de la Escuela de Leyes de la
Universidad Americana, la aplicación de la pena de muerte
"es una vergüenza para EEUU" que "no disuade
a nadie. Es violencia que genera más violencia".
Las protestas también estuvieron
dirigidas contra los médicos que han aplicado la inyección
letal en las 832 ejecuciones realizadas a partir de 2001, cuando
ese método sustituyó a la horca, la silla eléctrica
y la cámara de gases.
Abraham Bonowitz, director del grupo
Ciudadanos Unidos por Alternativas a la Pena de Muerte, afirmó
durante la vigilia que esas 832 ejecuciones son todavía más
vergonzosas porque en muchas de ellas han participado médicos.
"La inyección letal
es una bofetada para la medicina porque amancilla la reputación
no sólo de los médicos que participan (en las ejecuciones)
sino también de todos los demás facultativos",
señaló.
Tras la ejecución de Humphries,
que es un hombre blanco, al igual que Boyd, otros cuatro asesinos
recibirán la inyección letal antes de finalizar el
año en EEUU.
Las más controvertida de
esas ejecuciones será la de Stanley "Tookie" Williams,
fundador afroamericano de la banda callejera "Crips" y
postulado al Premio Nobel de la Paz por grupos de defensa de los
derechos humanos.
Esa ejecución, el próximo
martes 13 de diciembre, fue ratificada el miércoles por el
Tribunal Supremo de California y ahora la suerte del condenado está
en manos del Tribunal Supremo de EEUU y, en última instancia,
del gobernador Arnold Schwarzenegger.
Williams fue condenado a muerte
por el asesinato de cuatro personas hace 26 años, tiempo
durante el cual renegó de la violencia callejera y escribió
libros para niños. EFE
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