Alejandro II, el primer zar antiterrorista, espejo para Bush
   

18 de diciembre de 2005

Moscú - El zar Alejandro II, que liberó a 23 millones de campesinos rusos de la servidumbre, es admirado por el presidente de EEUU, George W. Bush, por ser el primer mandatario que declaró la guerra contra el terrorismo, lo que le costó la vida.

George Bush .

"Cuando supo de la existencia de mi libro, enseguida Bush quiso leerlo. Primero porque trata sobre terrorismo y segundo por que la guerra contra el terror fue lanzada antes que él", señaló Edvard Radzinski, autor del "Alejandro II: el último gran Zar".

Este libro fue uno de los que Bush se llevó a su rancho de Texas durante sus vacaciones de verano y le impactó tanto que envió esta semana un mensaje de felicitación a su autor, al que regaló una pluma de oro con su autógrafo.

"Eso significa que lo leyó detenidamente. Espero que le sea útil.

Eso de que Bush es un vaquero y no lee libros, es un mito", dijo Radzinski a la agencia RIA-Nóvosti.

Alejandro II, que gobernó Rusia desde 1855 hasta su muerte en 1881 víctima de un atentado terrorista en San Petersburgo, ha pasado a la historia como un reformista que acabó con la servidumbre de gleba.

Esta liberación tuvo lugar en febrero de 1861 dos años antes de que Abraham Lincoln suscribiera el día de año nuevo de 1863 la Proclama de Emancipación de los negros americanos.

Este Gorbachov del siglo XIX experimentó similar decepción que el último dirigente soviético, ya que su ambiciosa política reformista se volvió contra él en forma de una ola de indiscriminados ataques terroristas.

"Mi libro habla sobre la mayor organización terrorista del mundo en su tiempo", señala el historiador ruso de 69 años.

Radzinski habla de "La Voluntad del Pueblo", organización terrorista anarquista que atentó hasta en seis ocasiones contra el "Zar Libertador", como era conocido por sus conciudadanos.

Los anarquistas rusos consiguieron finalmente su objetivo al colocar una bomba al paso del carruaje del zar frente a la Iglesia de Cristo Salvador de San Petersburgo el 14 de marzo de 1881.

En el atentado murieron cuatro personas, incluido un niño, y veinte resultaron gravemente heridas.

Curiosamente, los autores del asesinato de Alejandro II lo planearon durante varias semanas en un pequeño apartamento contiguo al del gran novelista ruso, Fedor Dostoyevski.

Esa Al Qaida del siglo XIX, insatisfecha con las reformas de la Perestroika lanzada por el zar, era partidaria de la "revolución permanente" y la "destrucción total".

"El revolucionario es un hombre condenado. No tiene intereses, sentimientos, propiedad, ni siquiera nombre. Su vida está consumida por un solo pensamiento, una sola pasión: revolución", señaló Andréi Zheliabov, uno de los dirigentes de la "Voluntad del Pueblo".

El líder del grupo, al que también pertenecía el hermano de Lenin, Alexandr Ulianov, que fue ahorcado después de atentar en 1887 contra Alejandro III, agregó "si morimos, siempre habrá otros".

Los organizadores del atentado, Zheliabov y su esposa, Sofía Perovskaya, fueron detenidos y ahorcados, pero fueron rehabilitados por las autoridades soviéticas en 1917 que les pusieron sus nombres a dos calles en Tver, que aún perduran.

Los terroristas consiguieron atemorizar a todo el país, con el asesinato de funcionarios, militares de alto rango e incluso la voladura el 5 de febrero de 1880 de una sección del Palacio de Invierno, que costó la vida a 50 personas.

La muerte del zar a manos de los terroristas frenó en seco las reformas políticas en Rusia, ya que su hijo Alejandro III se mostró reacio a convocar elecciones, abolir la censura y suavizar las leyes antisemitas.

"En un cruce de caminos histórico. Rusia, una vez más, tomó el camino equivocado", señala el autor.

El gran escritor estadounidense, Mark Twain, rindió homenaje a Alejandro II tras reunirse con él en Yalta (Mar Negro) en otoño de 1867.

"Estados Unidos debe mucho a Rusia. El aprecio de los norteamericanos por Alejandro II pervivirá durante años. Sólo un demente puede pensar que alguna vez América viole su fidelidad al zar con una palabra o acción injustas", dijo.

Durante los 26 años que Alejandro II gobernó Rusia, Dostoyevski, Tolstói y Turgeniev escribieron sus mejores obras, mientras Mendeleyev publicó la Tabla Periódica de Elementos químicos.

Una estatua de bronce de Alejandro II fue erigida hace unos meses junto a la Catedral de Cristo Salvador a las orillas del río Moscú.

Otra razón por la que Alejandro II ha pasado a la historia es la venta de Alaska a Estados Unidos por una cifra simbólica de 7 millones 600 mil dólares.

El zar, que aún es mentado por sus compatriotas por esta decisión, intentaba ayudar a los estadounidenses a contrarrestar la hegemonía británica en América del Norte. EFE

 
Enviar
Imprimir
Comentar


 

 
Todos los derechos reservados PROCESO.HN ® Copyright 2005