Es
necesario "que realmente se conozca quiénes fueron los
causantes materiales, pero también quién está
detrás de todo esto, ya que no puede haber justicia y paz
si no es en la verdad", declaró Garachana a periodistas
en aquella ciudad.
En
la noche del 23 de diciembre del 2004, varios hombres dispararon
con fusiles AK-47 y M-16 contra un autobús del servicio urbano
de San Pedro Sula en el que viajaban unas 70 personas que regresaban
a Chamelecón, al sur de esa ciudad.
La
matanza, que enlutó la Navidad pasada, no ha sido del todo
esclarecida, pero las autoridades hondureñas la atribuyen
a pandillas armadas o maras.
Los
delincuentes asesinaron a 28 personas, seis de ellas niños,
mientras que otras 29 resultaron heridas y unas 13 salieron ilesas.
Antes
de huir, los victimarios pintaron en el vehículo un mensaje
con ofensas al presidente de Honduras, Ricardo Maduro; al titular
del Parlamento, Porfirio Lobo, y al entonces ministro de Seguridad,
Oscar Alvarez.
El
Gobierno de Maduro ha librado un fuerte combate contra las maras,
aunque el propio presidente admite que, si bien se han reducido
algunas actividades delictivas, la violencia sigue azotando a los
hondureños.
Un
año después, las investigaciones del Ministerio Público
no están muy avanzadas y sólo cuatro pandilleros están
presos en San Pedro Sula como supuestos participantes en la matanza.
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Basándose
en la declaración de un testigo protegido, las autoridades
aseguran que la matanza fue planificada en la central ciudad
de Comayagua y que los responsables son miembros de la "Mara
Salvatrucha". |
Uno
de los aspectos no esclarecidos hasta ahora es la versión,
del mismo testigo, de que un capitán del Ejército
de Honduras, no identificado, supuestamente vendió a los
autores los fusiles AK-47 y M-16 que fueron utilizados en el múltiple
crimen. EFE
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