En
una de las sesiones del Gabinete, en diciembre de 1942, Churchill
se refiere al líder nazi como "el principal resorte
del diablo" y asegura: "Si Hitler cae en nuestras manos,
desde luego lo ejecutaremos".
Según los documentos, el
estadista que prometió "sangre, sudor y lágrimas"
para salvar a los británicos del nazismo sugirió,
incluso, la silla eléctrica como modo de ejecución
para Hitler.
Aunque en aquellos años la
pena de muerte era aplicada en el Reino Unido mediante la horca,
Churchill ironizó con que se podría conseguir una
silla eléctrica en virtud de la ley estadounidense aprobada
en 1941 para proveer suministros de guerra a las naciones aliadas.
El asunto volvió a tratarse
en una reunión del Gabinete británico de abril de
1945, en la que el primer ministro afirmó que cualquier juicio
al que se sometiera a Hitler sería "una farsa".
"Tan pronto como se admita
un juicio justo, se sucederán todo tipo de complicaciones",
afirmó el gobernante, quien se mostró partidario de
ejecutar de forma sumaria a otros jerarcas nazis, como el dirigente
de las SS alemana, Heinrich Himmler.
Los documentos también dejan
al descubierto la conocida antipatía mutua entre Churchill
y el general Charles de Gaulle, quien, pese a exiliarse en Londres
tras la caída de Francia ante los nazis, mantuvo el liderazgo
de la resistencia francesa.
En marzo de 1943, De Gaulle pidió
permiso al Gabinete de Guerra presidido por Churchill para visitar
a las tropas de la Francia Libre y, al serle denegado, el general
preguntó si era un prisionero de guerra.
El estadista británico pidió
que le dijeran a De Gaulle, "sin rodeos", que tenía
que hacer lo que le mandaran y añadió: "Detenedle
si intenta marcharse".
Las relaciones entre ambos líderes
no mejoraron con el transcurso de la contienda.
En abril de 1945 Churchill declaró que no había "ninguna
esperanza de tener unas relaciones de confianza con Francia hasta
que nos libremos de De Gaulle", cuya "ambición
insensata" critica en los documentos desclasificados.
Según las notas de Brook,
era bastante mejor la opinión que tenía el primer
ministro británico de Iósif Stalin, a quien en agosto
de 1942 definió como "un gran hombre, de una gran sagacidad".
Los documentos también revelan
la relación de Churchill con otro de los principales personajes
de la historia del siglo XX, Mahatma Ghandhi.
El líder indio inició
una huelga de hambre mientras estaba detenido en 1942 por oponerse
a la implicación de la colonia en la Segunda Guerra Mundial
y llamar a la desobediencia civil.
Los documentos demuestran que los
ministros británicos no sabían cómo abordar
ese conflicto: si Ghandhi se convertía en un mártir,
eso podría dar lugar a una revuelta popular, pero si se le
dejaba en libertad, podría hacer campaña contra la
contienda en un momento en que la colonia estaba bajo la amenaza
japonesa.
Churchill, según los apuntes
de Brook, era partidario de dejar a Gandhi morir de hambre si persistía
en su acción de protesta.
El líder indio fue finalmente
liberado en 1944, ante el temor de que su frágil salud pudiera
ocasionar su muerte mientras permanecía bajo custodia británica.
Los documentos también revelan
que el Gobierno británico pidió a sus tropas que respetasen
las prácticas de segregación racial del Ejército
de EEUU durante el tiempo en que los soldados estadounidenses estuvieron
destinados en el Reino Unido.
Tras ser desclasificados, los documentos
podrán ser consultados en los Archivos Nacionales de Kew,
en el oeste de Londres. EFE
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