Aram Aharoniam es un periodista uruguayo de 60 años de edad
que combina su chaqueta tipo sastre con jeans, y pese a su poco
cabello logra peinarse una pequeña cola de caballo. Su ansiedad
se traduce en el constante cambio de manos de un par de celulares
que lleva consigo, en la manera cómo mordisquea el filtro
del cigarrillo, en el tic de quitarse y ponerse sus gafas, y en
la vehemencia de sus palabras. Ahora está frente a un reto
enorme: contrarrestar, desde el mayor proyecto televisivo de América
Latina, el mensaje hegemónico de las grandes cadenas de Norteamérica
y Europa.
Telesur, idea cuya concreción le tomó a Aharoniam
cuatro años, es financiado por Venezuela, que posee el 51%
del capital inicial del proyecto; Argentina, con el 20%; Cuba, con
el 19% y Uruguay aporta el 10%. Los tres primeros participan con
contenidos, la puesta en marcha de las corresponsalías y
el apoyo para su distribución. El canal está en el
aire desde el 24 de julio del año pasado, emite su señal
desde Caracas y su cobertura, a través del satélite
NSS, abarca a América del Sur, América Central y el
Caribe, América del Norte, Europa Occidental y Norte de África.
En el marco del VI Foro Social Mundial 2006, realizado entre el
23 y el 29 de enero en Caracas, Venezuela, Aram Aharoniam habló
así para la Agencia de Prensa IPC.
¿Cuáles son las preguntas que se hacen en
el VI Foro Social Mundial alrededor de los medios de comunicación
en América Latina?
“Esas preguntas tienen que ver con quién tiene que
hacer el control social de los medios de comunicación; cómo
deben diseñarse nuevas políticas públicas para
los medios de comunicación comunitarios y alternativos, que
les brinden las mismas oportunidades que tienen los medios comerciales
para poder subsistir en nuestros países; y cómo diferenciar
para no confundir alternatividad con marginalidad e incluso con
la necesidad de una mayor profesionalización de lo que es
la labor comunicativa en los medios alternativos”.
¿Y qué respuestas tiene usted para algunas
de esas preguntas?
“Si durante décadas los medios de comunicación
fueron ese cuarto poder que ejercía control sobre los tres
poderes del Estado -legislativo, judicial y ejecutivo- y hoy son
un poder por sí mismo que, incluso, a veces quieren suplantar
al Estado, se hace necesario un quinto poder, que podríamos
decir que son los usuarios, que haga un control social de los medios
de comunicación. No creo que la discusión sea solamente
la necesidad de tener observatorios de medios; se requieren reglamentaciones
que estructuren la labor de los medios de comunicación; además,
hay que buscar posibilidades para que los medios alternativos y
comunitarios no sean marginales en el espectro de la comunicación
para poder tener espacios más democratizados”.
Ahora se viene hablando del papel que juegan y jugarán
los medios de comunicación en los nuevos gobiernos llamados
de izquierda en América Latina, ¿sobrevivirán
unos y otros desde orillas opuestas?
“A pesar de tener gobiernos progresistas en varios países
en América Latina, los medios de comunicación siguen
en manos de pequeños oligopolios; en cada uno de nuestros
países y muchos de nuestros presidentes son prisioneros y
presionados por estos oligopolios. Si no democratizamos la información
y la comunicación, no existe la posibilidad de tener gobiernos
democráticos y gobiernos para las mayorías”.
¿Qué hacer entonces?
“No podemos pensar en la subsistencia de gobiernos populares
sin medios de comunicación populares; no podemos hablar de
democratización de una sociedad sin medios democratizados.
La primera lucha es la democratización de los medios, y la
democratización de los medios pasa por darle acceso no solamente
a aquellos que jamás tuvieron voz en América Latina
hace 513 años –porque las grandes mayorías no
tienen voz en los medios de comunicación social– sino
que pasa por mantener la voz de quienes todavía la tienen
para que vayan al debate de ideas, confronten posiciones y construyan
sociedades más democráticas para que podamos instituir
estos cambios que reclaman nuestras sociedades”.
¿Corre el riesgo Telesur de convertirse en un mensaje
hegemónico?
“El que mire Telesur se dará cuenta que no existen
mensajes hegemónicos ni monopolios. La propuesta, tal cual
está diseñada, es un mecanismo para coadyuvar a un
proceso de integración latinoamericana desde la diversidad
y pluralidad. La diversidad significa que aquí cabemos todos,
que tenemos que estar todos. Telesur es de todos, no es de alguien
en particular ni es de ningún Estado. Cuando hablamos de
pluralismo, apuntamos a darle cabida a todas las voces. En general,
desde el Norte, nos mandan un mensaje único, pensamiento
único, la imagen única; nosotros vamos a ver que casi
todas las televisoras del Norte el mensaje y la imagen es la misma”.
En términos periodísticos, ¿cuáles
son los compromisos de Telesur para convertirse en una alternativa
que les llegue a todos los latinoamericanos?
“El compromiso que tenemos, además de rescatar los
géneros periodísticos como la crónica, el reportaje,
la investigación, el análisis y el debate de las ideas,
es ofrecer distintas versiones sobre un mismo tema, distintos puntos
de vista al ciudadano, porque le apuntamos a la formación
de un ciudadano crítico que sirva para hacer los cambios
en las sociedades y no a consumidores o a borregos políticos.
No es decir negro a lo que otros dicen blanco, es darle a la gente
la posibilidad de sacar su propia conclusión de las distintas
opiniones sobre un propio hecho. Si tenemos borregos no vamos a
tener sociedades que puedan hacer cambios. Queremos ciudadanos críticos”.
¿Por qué creer en Telesur?
“La gente tiene la posibilidad de creer o no creer en Telesur.
Nos va a creer mientras se vea reflejado en Telesur. Si no se ve
reflejada, nos va a censurar. ¿Y sabe cuál es la censura?
Hacer click y cambiar de canal. Si lo que decimos no refleja lo
que piensa, lo que espera el televidente, nos va a censurar directamente”.
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