El
suceso se produjo a primera hora de hoy, cuando una bomba colocada
en mitad de una carretera en la región de Nasiriya (sur
de Irak) estalló al paso de un vehículo militar
italiano y causó la muerte de tres militares de esta nacionalidad
y un soldado rumano.
El ataque tuvo lugar apenas quince días
después de los comicios que dieron la victoria al líder
del centroizquierda Romano Prodi, que durante la campaña
electoral prometió que retiraría "cuanto antes"
las tropas de Irak, aunque no estableció una fecha y precisó
que sería de forma "consensuada" con el Gobierno
de Bagdad.
Lo cierto es que un repliegue "gradual"
ya había sido anunciado en enero por el Ejecutivo del aún
primer ministro, Silvio Berlusconi, que aseguró que los
soldados saldrían de territorio iraquí de forma
escalonada para finales de este año.
Desde entonces el contingente italiano ha pasado
de 3.000 a 2.600 soldados, que están desplegados en la
sureña región iraquí de Nasiriya como parte
de la misión "Antigua Babilonia", iniciada en
junio de 2003.
Prodi, aún pendiente de recibir el encargo
de formar Gobierno -lo que previsiblemente sucederá a mediados
de mayo-, mostró hoy su consternación por el ataque,
pero evitó hablar de fechas sobre una retirada y entrar
en la polémica sobre la presencia militar en Irak.
Más tajante sobre la postura del futuro
Ejecutivo fue el líder de la centrista Margarita y aliado
de Prodi, Francesco Rutelli, que aseguró que "la agenda
de Italia en Irak no ha estado ni estará nunca determinada
ni modificada por los gestos criminales de los terroristas".
En la misma línea se pronunció otra
de las socias de Prodi, Emma Bonino, de la Rosa en el Puño,
que insistió en que el dolor por las víctimas "no
debe modificar la postura acordada por (la coalición progresista)
la Unión en su programa".
"Cualquier forma de retirada inmediata significaría
debilitar aún más el proceso de normalización
democrática en Irak", opinó la ex eurodiputada,
que se perfila como la futura ministra de Políticas Comunitarias
en el Gobierno de Prodi.
El líder de Refundación Comunista
-partido de la Unión que reclama una retirada rápida-,
Fausto Bertinotti, se limitó a mostrar su consternación
y a señalar que "hoy no es un día para polémicas",
aunque desde su formación sí se levantaron voces
que pidieron la vuelta inmediata de las tropas.
Así, el dirigente de ese partido y presidente
de la Región de Puglia, Nichi Vendola, insistió
en que el "sacrificio" de los soldados fallecidos debe
servir "de advertencia" al Gobierno "para que el
deseo de paz de nuestro país se traduzca en el retorno
inmediato de las tropas de una guerra de ocupación inútil".
Con la postura de Refundación Comunista
coincide a su vez el Partido Comunista italiano, liderado por
Oliviero Diliberto, que también forma parte de la coalición
la Unión.
La posibilidad de una salida inminente de Irak
fue duramente criticada por el partido gobernante, Forza Italia,
que a través de su vicecoordinador, Fabrizio Cicchitto,
advirtió que ante el terrorismo "hay que reaccionar
sin histerismos y con firmeza: el error más grave sería
pensar en una retirada inmediata".
El Gobierno de Berlusconi, uno de los más
fieles aliados de Washington en Europa, envió en junio
de 2003 cerca de 3.000 soldados a la provincia iraquí de
Nasiriya como parte de la operación "Antigua Babilonia".
El
12 de noviembre de 2003, apenas cinco meses después del
inicio de la misión, el contingente sufrió un atentado
en el que murieron 17 militares italianos y dos civiles, además
de nueve iraquíes, lo que supuso el mayor número
de bajas militares de Italia desde la Segunda Guerra mundial.
EFE