CRÓNICAS CATRACHAS

   
04 de junio de 2006
Por Ivonne Tabora
Especial para Proceso Digital
 

Para José Rony Rodríguez Calderón, capitán de las Fuerzas Armadas estadounidenses y oriundo del departamento de Nacaome, Valle, no fue fácil alcanzar su “sueño americano”, pero con esfuerzo, valentía y mucho trabajo logró llegar hasta donde él lo ha hecho hoy.

Hace 23 años este “catracho” cambio las tierras áridas de la zona sur de Honduras, por la ciudad de los rascacielos, New York, al decidir mudarse y comenzar una nueva vida en Estados Unidos, lejos de sus amigos y de su familia.

“Me acuerdo que cuando estaba en la Escuela soñaba con entrar en el ejército norteamericano e inclusive ya en secundaria conseguí la dirección de un reclutador del Army y le escribí preguntándole si me podían aceptar. En ese tiempo yo desconocía de las leyes migratorias, pero ellos me contestaron cortésmente que no podía, ya que solo los residentes ciudadanos americanos pueden hacerlo”, recuerda.

Pero el ahora capitán Rodríguez Calderón no se dio por vencido y en 1982 logró tramitar una visa I-20 de estudiante y emigró a Estados Unidos, específicamente a la Ciudad de New York.

Estando allá se alojo en casa de sus tíos, Arnoldo y Telma Guerra y comenzó a trabajar, durante el día, en una fábrica y por las noches tomaba clases intensivas de inglés.

“En el año de 1985 logré obtener mi residencia y fue precisamente ese año que comencé a estudiar en el Mercy College, una licenciatura en Educación, la cual finalicé y logré sacar también un master en esa misma área”, recuerda Rodríguez.

Pero su sueño de convertirse en miembro del Ejército más poderoso del planeta se mantenía intacto y decide aplicar.

Es así que Rodríguez logra coronar su sueño y entra a la Guardia Nacional, en donde por sus excelentes servicios es condecorado por tres años consecutivos como soldado del año.

Recuerda que en sus vacaciones de la Universidad recibió el entrenamiento básico y especializado.

“Me siento Honrado por los reconocimientos recibidos y los acepto con humildad, ya que solo me he dedicado a cumplir con mi deber” señaló.

A partir del año 1996, decide dedicarse por entero al Ejército, abandonando así su carrera de educación, en la que sirvió por 11 años. Ese mismo año cambia su lugar de residencia a la ciudad de Miami, Florida.

Brillante hoja de servicio
El Capitán Rodríguez Calderón ha recibido varios reconocimientos en lo va de su carrera militar, entre ellos: la Medalla de Defensa, que le ha sido otorgada por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos por cuatro años consecutivos, así como la Medalla por Buena Conducta, concedida por el Estado Mayor Conjunto por tres años.

También ha participado en varias campañas de apoyo en el exterior, lo que le ha permitido conocer alrededor de 16 países latinoamericanos y europeos.

Asimismo, prestó servicios de apoyo a las tropas estadounidenses en Irak y durante un año en Bosnia, Herzegovina, y ha recibido cursos básicos y avanzados de inteligencia, ingeniería, y ha pasado exitosamente cinco niveles de antiterrorismo y cursos antidrogas, entre otros.

Actualmente labora en la ciudad de Miami como analista de inteligencia en la sección de Aduanas, en la Oficina de Operaciones Especiales.

A pesar que su vida la ha dedicado al servicio del gobierno y pueblo estadounidense, el capitán Rodríguez Calderón no olvida sus raíces y dice que quiere transmitir sus conocimientos y experiencias para servir a su patria, Honduras.

“Si me gustaría, si se diera algún día, me considero una persona apolítica en lo que se refiere al panorama político de Honduras, ya que allá todo se define por el color político y ojalá se quitaran esa venda de los ojos y valorarán a las personas por su capacidad, experiencia y trabajo”, señala.

El capitán Rodríguez expresa su pesar ante la situación actual de los hondureños que emigran en busca del “sueño americano”, ya que se ven obligados a pasar por muchas vicisitudes.

En ese sentido, apunta que si en Honduras existieran más fuentes de trabajo y una mejor estabilidad económica, esto no se diera.

Este hondureño es una muestra más que con esfuerzo y trabajo, los “catrachos” pueden triunfar y alcanzar sus más anhelados sueños.

 
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