Siete
ministros, un diputado, dos directores de instituciones autónomas
y un periodista aspiran a suceder a Manuel Zelaya Rosales
Por
Dagoberto Rodríguez
drodriguez@proceso.hn
Proceso Digital
Tegucigalpa
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La Presidencia de la República es un fruto demasiado apetecible
y disputado, que los políticos no están dispuestos
a perder el menor tiempo ni ceder el más pequeño
espacio para alcanzarlo y usufructuarlo. Parafraseando el conocido
refrán se puede decir que en el amor, la guerra o la política
todo está permitido.
Los liberales entienden muy bien eso. A menos de seis meses de
haber llegado al poder, la “presidentitis” o lo que
en Honduras llamamos la fiebre por llegar a la Presidencia, ha
comenzado a calar fuerte en un grupo de funcionarios que ocupan
posiciones relevantes en el engranaje gubernamental.
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En
la política criolla hondureña, es una inveterada
costumbre que puesto un nuevo presidente, inmediatamente
surgen los que aspiran a sucederlo en el cargo, ya sea en
su propio partido político o en la oposición.
Eso, por lo visto, se mantiene inalterable en la clase política
local. |
La situación tendría muy poca relevancia noticiosa
en este momento, sino fuera porque la administración Zelaya
ni siquiera ha cumplido el primer semestre de gobernar el país,
y que la mayoría de los que aspiran a disputar el solio
presidencial se encuentran dentro del mismo gabinete de gobierno
y en sus esferas de poder.
Aunque la mayoría de los funcionarios no han hecho aún
oficiales sus aspiraciones, desde ya es sabido que están
trabajando y organizando sus cuadros políticos para lanzarse
cuando llegue el momento oportuno.
Para algunos analistas políticos, esa situación
está conduciendo a la erosión prematura de la administración
Zelaya y está convirtiendo a las diferentes instituciones
del estado en pequeños feudos o islas de poder, donde cada
uno de sus rectores coloca a sus cercanos parciales y utilizan
indirectamente sus recursos para promocionarse.