El
profesor Kenneth J. Arroz, Premio Nóbel en Economía,
describió el informe como uno que proporciona "evidencia
abrumadora acerca de cuánto afectan el hambre prenatal
y el hambre postnatal la capacidad de aprender de un niño
o niña.
En el informe 2006 se destaca un estudio realizado en Jamaica
que demostró que los niños y niñas malnutridos
obtenían puntajes dramáticamente superiores en una
prueba de su fluidez verbal, después que se les diera un
desayuno.
Estos resultados exponen cómo el hambre puede disminuir
la capacidad intelectual y cómo el atender la desnutrición
puede tener un impacto significativo.
Es un círculo vicioso en donde una población de
adultos con hambre y sin destrezas engendra una generación
de niños y niñas que tienen tanta hambre que no
pueden crecer, aprender o desarrollar sus capacidades para combatir
el hambre y pasan, a su vez, a engendrar a sus propios hijos con
hambre.
Más de 300 millones de niños y niñas en todo
el mundo regularmente se van a dormir con hambre y aproximadamente
100 millones de ellos son pequeños de edad escolar que
no asisten a la escuela porque sus padres son demasiado pobres.
La publicación explica cómo el aprendizaje y el
hambre se afectan mutuamente: Aún si logran ir a la escuela,
los niños y niñas malnutridos no puede concentrarse
en sus lecciones.
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"Esta
realidad puede tornarse en el ciclón de un círculo
vicioso en donde una población de adultos con hambre
y sin destrezas engendra una generación de niños
y niñas que tienen tanta hambre que no pueden crecer,
aprender o desarrollar sus capacidades para combatir el
hambre y pasan, a su vez, a engendrar a sus propios hijos
con hambre", dijo Sheila Sisulu, Subdirectora Ejecutiva
del PMA. |
"El
Informe nos demuestra que el aprendizaje puede ser un medio efectivo
para enfrentar el hambre", precisó Sisulu, quien agregó
que "la educación no es sólo acerca de alfabetismo
y capacidad numérica" y que "también puede
darle a las personas conocimientos acerca de salud, higiene y
nutrición, además de las destrezas básicas
o los oficios que les permitan alimentarse a sí mismos
y a sus familias".
El incrementar el porcentaje de mujeres educadas en una comunidad
puede disminuir grandemente el hambre entre los niños y
niñas. El número de años que una mujer haya
asistido a la escuela puede reducir hasta en un 40 por ciento
la probabilidad de que su hijo o hija esté malnutrido.
El Caso de Chile
La posibilidad de ponerle fin en esta época al hambre crónica
y endémica y a la sub-nutrición entre los niños
y niñas parece poco realista cuando se considera la enormidad
del problema, pero algunos países ya lo han logrado, según
el Informe.
Chile, Indonesia y Tailandia invirtieron en nutrición y
aprendizaje cuando todavía eran relativamente pobres, y
su crecimiento económico fue más el resultado que
la causa de esas inversiones, cuando menos al principio.
La situación en Chile hoy en día es bastante diferente
de la que existía a comienzos de la década de 1960.
En aquella época, Chile tenía una de las tasas de
mortalidad infantil más elevadas de América Latina
(120 por mil). Sin embargo, el informe señala que esta
cifra descendió hasta un 11 por mil en 1994 y un 7,8 por
mil en 2004, la menor tasa de la región ligeramente superior
a la tasa que prevalece en Estados Unidos.
Aproximadamente en el mismo período, el porcentaje de niños
con malnutrición también se ha reducido de forma
espectacular, desde el 60% en 1950 hasta el 1,7% en 2004.
El porcentaje de recién nacidos con bajo peso al nacer
(inferior a 2,5 kilogramos) disminuyó desde el 11,6% hasta
el 4,8% entre 1975 y 2000. Como indicador adicional de este cambio,
el varón medio chileno de 18 años es 11 centímetros
más alto que su homólogo de hace 30 años.
Como resultado, durante los últimos 40 años,
se ha producido simultáneamente una mejora considerable
de la educación elemental. En 1960 sólo el
10% de los niños había completado los estudios
elementales, pero la actualidad, cerca del 90% de los niños
asiste a la escuela primaria, agrega el informe.
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Los motivos que apuntalan el éxito de Chile incluyen la
creación de una conciencia pública y política
acerca de la existencia y de la magnitud del problema y la promoción
de intervenciones básicas que se sabía serían
efectivas para mejorar rápidamente la situación
nutricional, a través de "el mercadeo social".
Chile se concentró en asegurar que una serie de intervenciones
complementarias que abarcaban la salud y la nutrición,
la alimentación, la educación y la salubridad estuviesen
disponibles para los niños y niñas de diferentes
edades y para sus madres.
En Chile, quienes formulaban las políticas acordaron fijar
metas claras y adoptar para lograrlas aquellas medidas que se
sabía, serían exitosas. El ejemplo chileno es inspirador
porque es realista.