Las tropas japonesas completan su retirada de Irak

   

17 de julio de 2006

Tokio - Las tropas japonesas finalizaron hoy su repliegue de Irak con la llegada a Kuwait de los últimos miembros del destacamento nipón de 600 soldados que permaneció en el sur del país árabe durante dos años y medio, según la agencia Kyodo.


El repliegue, que comenzó hace 11 días, pone fin a una misión militar de asistencia a la reconstrucción de Irak que estuvo rodeada en todo momento por la controversia debido al carácter pacifista de la Constitución japonesa.

El director general de la Agencia de Defensa (con rango de Ministerio), Fukushiro Nukaga, llegó ayer a Kuwait con el fin de supervisar una operación de retirada que en un principio se dijo que se completaría a final de este mes.

No obstante, Japón continuará su apoyo logístico a Estados Unidos en Irak con vuelos de transporte de tropas y mercancías que prestan tres aviones C-130 y 200 militares de las fuerzas aéreas niponas con base en Kuwait.

De hecho, el Gobierno japonés se comprometió a aumentar esta capacidad desplegada en Kuwait para garantizar el transporte de personal militar y civil de Estados Unidos y la ONU, sobre todo como puente aéreo hacia Bagdad e Irbil (en el norte kurdo de Irak).

El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, anunció el pasado 20 de junio la retirada de los soldados japoneses que han estado desplegados en la provincia meridional iraquí de Muthana desde principios del 2004.

La razón de esta retirada, según Koizumi, fue la transferencia a las fuerzas iraquíes del control de la seguridad militar en ese área, hasta ahora responsabilidad de británicos y australianos que se ocupaban también de proteger a los militares nipones.

Los efectivos japoneses tenían la prohibición expresa (determinada por la Constitución de Japón) de participar en acciones bélicas.

Durante el tiempo que han estado destacadas en el sur iraquí, las tropas japonesas han ayudado en la reconstrucción de escuelas y edificios, proporcionado medicinas y asistencia sanitaria, y trabajado en la potabilización del agua de algunos barrios.

Esta labor, sin embargo, no ha sido valorada tan positivamente por gran parte de la población japonesa, que desde un principio vio con recelos el apoyo sin condiciones de Koizumi al presidente de EEUU, George W. Bush, tras los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Del mismo modo, un gran número de ciudadanos consideraba que esta misión vulneraba los principios básicos de la Constitución pacifista japonesa que prohíbe de manera expresa la participación de su país en conflictos bélicos fuera de su territorio nacional. EFE

 
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