El
4 de julio dos habitantes de Nuevo Laredo, ciudad fronteriza con
Laredo (Texas), hallaron dormido al pequeño Denzel Aroni
en una banca de un parque público, ubicado a orillas del
Río Bravo, a quien después llevaron ante las autoridades.
Denzel Aroni relató que su madre Yamili Santos Yánez
llegó con él y su hermano, Lesner de 10 años,
a esta frontera para cruzar hacia Estados Unidos, pero a él
le dejó dormido en el parque, según contó
a Efe Juan Lorenzo Sabines, subdelegado regional del Instituto
Nacional de Migración (INM) en Nuevo Laredo.
Denzel fue enviado a un orfanato público de Nuevo Laredo
donde convive con otros niños mientras parte rumbo a su
país, Honduras.
La repatriación se realizará mañana miércoles,
cuando dos oficiales del INM acompañen a Denzel hasta su
pueblo natal de San Pedro Zula, donde una tía suya se hará
cargo de él.
Las autoridades migratorias mexicanas contactaron a diplomáticos
hondureños para buscar en el país centroamericano
a familiares del menor para poder llevar a cabo la repatriación
segura del menor.
"Fueron muy importantes los datos que nos proporcionó
Denzel Aroni. A sus seis años, ya sabe que es de nacionalidad
hondureña y que proviene de San Pedro Zula, así
que procedimos a dar parte a los representantes diplomáticos
de su país, los que hicieron indagaciones y localizaron
a sus familiares", dijo el funcionario.
Sabines reveló que durante el presente año la delegación
regional del INM en el estado de Tamaulipas, al que pertenece
Nuevo Laredo, ha "asegurado" a 566 menores de edad,
la mayoría de ellos hondureños y guatemaltecos.
La mayoría de los menores han sido "asegurados"
junto con sus padres, agregó el funcionario.
Explicó que un importante número de niños
se ha trasladado en solitario desde Centroamérica en búsqueda
de sus padres, utilizando a veces los servicios de "polleros"
(traficantes de personas) que en muchas ocasiones los abandonan
en la frontera o en ciudades del interior del país.
Sabines estima que un número indeterminado de niños
centroamericanos, de entre seis y 14 años de edad, quedan
perdidos en el territorio mexicano o en poder de mafias que los
explotan laboralmente o los prostituyen.
México comparte una frontera de 1.200 kilómetros
con Guatemala y Belice que cada año cruzan decenas de miles
de centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos.
Pero su ruta está llena de peligros, no sólo porque
las autoridades mexicanas los pueden detener y con eso frenar
su "sueño americano", sino porque son víctimas
de asaltantes y de policías que abusan de ellos.
A estas decenas de miles de centroamericanos se suman otros 400.000
mexicanos que buscan cada año cruzar hacia Estados Unidos
por una frontera que comparte con México y que mide 3.200
kilómetros. EFE