En
una visita proselitista por Ciudad Sandino, 10 kilómetros
al oeste de Managua, Ortega en un discurso pronunciado el sábado
dijo que si los aviones de combate que tienen El Salvador y Honduras
son destruidos "los nicaragüenses se sentirán
"mas tranquilos y menos amenazados".
Sostuvo que los 1.051 misiles del tipo Sam-7 que el Ejército
de su país tiene en sus arsenales son de carácter
defensivos porque sólo pueden derribar aviones si vuelan
bajo.
Afirmó que en la década de los años 80 los
cinco presidentes de Centroamérica firmaron un acuerdo
para impulsar en la región el principio de un balance razonable
de fuerzas.
"Si se quiere que en Nicaragua se destruyan los cohetes entonces
Honduras y el Salvador tienen que destruir una aviación
de carácter ofensivo, porque es una aviación de
combate que puede estar en Nicaragua en cuestión de minutos
bombardeando cualquier ciudad nuestra", anotó Ortega.
Además, enfatizó que el coste del mantenimiento
de estos aviones de guerra y los cohetes es muy caro, y todo este
dinero se utilizaría para construir centros de salud y
comprar medicinas para los hospitales.
Ortega, ex presidente (1985-1990) y aspirante presidencial, en
su discurso no ofreció datos sobre qué cantidad
de aviones de guerra tienen El Salvador y Honduras.
Señaló que Nicaragua no tiene aviación de
combate, sino que solamente helicópteros "que son
totalmente lentos y no son ofensivos".
Insistió en que su país lo único que tienen
son los cohetes de alcance muy limitado para defenderse de un
bombardeo.
El Ejército de Nicaragua tiene en su poder 1.051 cohetes
tierra aire, 400 de los cuales ha pedido que queden como reserva
para la defensa de la soberanía nacional.
En el Parlamento de este país existen dos iniciativas de
ley sobre la eliminación de 651 cohetes SAM-7.
Estos artefactos de guerra fueron adquiridos en los años
80 por el gobierno sandinista (1979-1990) a la antigua Unión
Soviética.
El gobierno de los Estados Unidos ha pedido al de Nicaragua la
destrucción de todos estos cohetes.
Nicaragua destruyó 1.000 SAM-7 en el 2004, tras una fuerte
presión de EEUU. EFE