Todas
las víctimas mortales, en su mayoría militares,
fueron blanco de un cohete katiusha que les cayó mientras
estaban reunidos al aire libre en el kibutz Kfar Guiladi, en la
frontera con el Líbano.
Según
un oficial de seguridad de la cooperativa agrícola, los
militares desoyeron las sirenas y rehusaron buscar refugio a pesar
de la amenaza.
"Esto
no tenía qué haber ocurrido, hicimos sonar las sirenas
varios minutos antes de que cayera el cohete", se lamentó
al diario Haáretz un miembro de la comunidad.
Las
víctimas son miembros de una unidad de reservistas, aunque
el Ejército aún no ha confirmado su identidad porque
la Censura Militar lo prohíbe hasta no comunicar el fallecimiento
a los familiares.
El
de hoy, según los testigos, ha sido uno de los ataques
más duros lanzados por la guerrilla islámica desde
el 12 de julio -cuando comenzaron las hostilidades-, por la intensidad
del fuego y porque afectó a toda la zona fronteriza.
"Este
ha sido un ataque con muchas víctimas, muy duro, uno de
los más duros hasta ahora, hemos tenido que repartir nuestras
fuerzas entre muchos lugares y había muchos heridos",
relató Shimón Abutbol, jefe de operaciones de la
Estrella Roja de David en el norte de Israel.
Y
es que, además del ataque en Kfar Guiladí, se produjeron
más de una treintena de impactos en la ciudad de Kiriat
Shmoná, un poco más al sur.
Decenas
de cohetes cayeron también en Tiberíades, Haifa
y más de una decena de localidades.
En
total han sido hoy más de 160 cohetes los que Hizbulá
ha disparado contra el norte de Israel, una cifra ligeramente
inferior a la del sábado y a la del viernes.
Y
es que desde mediados de esta semana la guerrilla libanesa ha
intensificado sus ataques en más del 50 por ciento, si
se comparan las estadísticas de los últimos días
con las de las tres primeras semanas de la contienda.
Hoy,
en una comparecencia ante el Consejo de Ministros, el general
Amos Yadlín, jefe del servicio de Inteligencia Militar,
reconoció que Hizbulá mantiene casi intacta su capacidad
ofensiva de corto alcance, a pesar de los masivos bombardeos de
Israel por tierra y aire.
"Los
cohetes de corto alcance no dejan ningún rastro, por lo
que es más difícil localizarlos", manifestó
el alto mando ante los ministros israelíes.
Por
el contrario, aseguró que desde la primera fase de la guerra
Israel había conseguido destruir la mayoría de las
lanzaderas y cohetes "Fajer" de medio alcance, así
como algunas de largo alcance de tipo "Jaibar".
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Aún
así, los pequeños katiusha se han cobrado
un alto número de víctimas civiles: 34 desde
el 12 de julio, mientras que los militares muertos ascienden
ya a 54.
En
Líbano, el gobierno ha cifrado las víctimas
civiles entre 600 y 700, en tanto que Hizbulá no
ha revelado el número de bajas en sus filas.
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Según
Israel, el número de milicianos muertos en los combates
y en los bombardeos aéreos oscila entre los 250 y los 400.
"El
servicio de Información -dijo Yadlin- sabe de 165 terroristas
muertos y conoce sus nombres, y de otros alrededor de 200 que,
según nuestras evaluaciones, están bajo los escombros
de edificios". EFE