Israel espera a las fuerzas de Beirut y de la ONU en Líbano

   

15 de Agosto de 2006 

Jerusalén - El alto el fuego entre Israel y la milicia libanesa Hizbulá, tras 33 días de guerra no declarada, entró hoy en su segunda jornada sin mayores incidentes, pero su futuro es incierto mientras regresan a sus casas los refugiados de los dos países.


Según la resolución 1.701 del Consejo de Seguridad de la ONU, que acordó con Israel y Líbano el alto el fuego, la retirada de las tropas israelíes de las posiciones que conquistaron antes del cese de las hostilidades debe coincidir con el despliegue de 15.000 soldados del Gobierno de Beirut, que deben reemplazarlas.

Buena parte de los civiles que regresaban hoy a sus hogares, muchos a viviendas parcial o totalmente destruidas por los cohetes de Hizbulá, criticaban el alto el fuego acordado y se mostraban desconfiados pues, según el leitmotiv popular, "dentro de un tiempo volverán los terroristas".

La población del norte de Israel conoce esos cohetes desde hace más de veinte años, cuando los disparaba desde el sur de Líbano la guerrilla palestina antes de ser expulsada tras la guerra de 1982.

El jefe de operaciones del Comando del Norte, coronel Alón Fridman, anunció hoy que hacia finales de esta semana comenzarán a evacuar el sur de Líbano los primeros reservistas, pero de momento no se sabe cuándo llegará el Ejército libanés.

Otras fuentes militares pronosticaban anoche que en un plazo de 24 a 48 horas comenzará a desplegarse en el sur de Líbano una vanguardia de soldados de la ONU, aunque de momento se desconoce su constitución y cuáles serán sus misiones específicas.

La resolución 1.701 prevé el acantonamiento de una fuerza de 15.000 efectivos de la ONU, que reforzará a un contingente de 2.000 (FPNUL), que presta servicios en Líbano desde 1978.

La misión de esos soldados -con los que servirían militares españoles entre los de otros ejércitos- será cooperar con los libaneses para garantizar el alto el fuego y permitir al Gobierno de Beirut extender su control en el sur hasta la frontera con Israel.

El Gobierno libanés, según lo resuelto por el Consejo de Seguridad en su última resolución, deberá asegurarse del cumplimiento de las anteriores resoluciones que exigen el desarme de todos los grupos armados en Líbano.

Sin embargo, el líder del Partido de Dios, Hasan Nasrala, advirtió anoche que "es un mal momento" para discutir sobre el desarme de la Resistencia Islámica, el brazo armado de su organización.

El desarme de los guerrilleros chíis, aparentemente más poderosos que el Ejército libanés -entre cuyos 50.000 efectivos un 40 por ciento pertenecen a esa corriente islámica- es para los israelíes la pieza clave de la resolución de la ONU.

El jefe de FPNUL, el general francés Alain Pellegrini, que se reunió ayer en su cuartel de Ras el-Nakura con el jefe del Comando del Norte de Israel, Udi Adam, y con un oficial militar libanés, ha declarado a la prensa que la situación "es muy fluida".

El conflicto armado entre los milicianos de Hizbulá y el Ejército israelí puede volver a estallar por el menor incidente, advirtió.

Los milicianos, según fuentes militares israelíes, dispararon esta madrugada cuatro proyectiles de mortero, sin consecuencias, contra las fuerzas israelíes acantonadas entre el río Litani y la frontera.

"El desarme de Hizbulá es una obligación asumida por las autoridades libanesas", dijo hoy a la emisora pública un alto funcionario del Gobierno israelí no identificado, quien aseguró que "si no lo hace, lo haremos finalmente nosotros".

En la guerra contra la milicia pro-iraní del Partido de Dios participaron 30.000 soldados y reservistas de Israel, que deben traspasar el control en el territorio entre el Litani y la frontera internacional al Ejército libanés y a la FPNUL.

El viceprimer ministro israelí, Simón Peres, a cargo del desarrollo de Galilea y el desierto del Néguev, tenía previsto reunirse hoy en Washington con la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, antes de iniciar una gira por Estados Unidos.

El veterano político solicitará ayuda del Gobierno estadounidense y las comunidades judías para conseguir 1.000 millones de dólares, destinados a la reconstrucción de miles de viviendas, edificios públicos, comercios y establecimiento fabriles en el norte del país.

Según fuentes militares, los milicianos de Hizbulá dispararon 3.970 misiles y cohetes Katiusha contra decenas de localidades de las comunidades judía, árabe y drusa en Galilea. Los daños materiales se calculaban en más de 1.500 millones de dólares.