Civilización maya colapsó
al descubrirse que reyes
no eran dioses

   

26 de agosto de 2006 

La decadencia de la civilización maya comenzó hace unos 1.100 años, cuando los millones de indígenas que trabajaban en la construcción de altos templos piramidales y palacios comprendieron que sus reyes no eran dioses.


Según explicó a Efe el vicedecano de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense, Andrés Ciudad, el colapso de este pueblo, que contó con destacados matemáticos, astrónomos e ingenieros, llegó cuando sus monarcas dejaron de ser inmortales a los ojos de sus ciudadanos.

Fue así como los habitantes de las tierras mayas, que ocupaban zonas de lo que ahora es Guatemala, El Salvador, Belice, Honduras y México, comprendieron que no había razón para 'dejarse la piel' en la construcción de edificios faraónicos y templos destinados al enterramiento de reyes sin 'privilegios celestiales'.

Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado el equipo de arqueólogos que ha dirigido Ciudad, subdirector de la Ruta Quetzal, en el poblado de Machaquilá, a 150 kilómetros al sur de Tikal (Guatemala), la ciudad más representativa del mundo maya, bautizada por sus fundadores como 'la ciudad de las voces'.

El estudio, que debilita las teorías que atribuían la muerte de esta civilización a luchas tribales o episodios prolongados de sequía, ha permitido además confirmar que los mayas no construyeron un imperio como tal, sino que forjaron una serie de estados descentralizados, en los que, junto a los reyes, gobernaba una casta de nobles.

El colapso de esta civilización, conocida por perfeccionar un calendario asociado al movimiento de la Luna, el Sol o Venus, fue lenta y necesitó de siglos, según el arqueólogo.

La paulatina propagación del proceso, que empezó en occidente, explica que la actividad de grandes centros urbanos como Tikal, Yaxhá o Uaxactún cesara en el siglo IX, a finales del período clásico maya y que, sin embargo, se mantuviera en otros como Copán (Honduras) hasta el siglo XIII.

Fruto de todo ello es la diversidad y riqueza del patrimonio maya que pueden apreciarse en Santa Rita de Corozal o en Lamanai, la tierra del 'cocodrilo sumergido', al norte de Belice, donde pervivieron más tiempo.

Así, las formas de las ruinas de Lamanai, activa hasta bien entrado el siglo XVI, difieren, por ejemplo, de las de restos arqueológicos como los de Copán, famoso por su 'suntuoso altar' de piedra esculpida.

A su vez, las ruinas de ambas urbes son distintas de las de la 'temprana' ciudad de Tikal, en la región del Petén, donde, en opinión del arqueólogo, la armonía 'domina' un espacio de prominentes templos piramidales que buscan el cielo en un intento por alcanzar al dios del Maíz, la principal divinidad de los mayas.

La belleza de los paisajes de la 'Ruta Maya' es para el embajador de Guatemala en España, Roberto Gereda, el mejor reclamo turístico de Centroamérica, donde, asegura, 'se mantiene viva la sabiduría del pueblo precolombino'.

Gereda explicó a Efe que un paseo por esta región, en la que se hablan, sólo en Guatemala, hasta 21 lenguas indígenas, basta para comprender la necesidad de proteger la identidad de los grupos que hoy custodian esa diversidad.

En su opinión, no sólo la cultura de las comunidades mayas se encuentra amenazada por la acción del 'nuevo mundo global', sino también su patrimonio y su entorno a causa 'de la ambición' de los saqueadores de tesoros, madera y animales en peligro de extinción, como el jaguar o el quetzal, el ave sagrada de los indígenas.

No obstante, el embajador destacó los 'importantes esfuerzos' que se realizan para el desarrollo de las tierras centroamericanas, 'un destino turístico en plena efervescencia', según explicó a Efe la presidenta de la Agencia de Promoción Turística de Centroamérica, Angela Santa María, que cifró en un 11% el aumento de turistas a la región solo entre enero y mayo de este año.