Al
destacar que además del daño que sufrirán
los pequeños y medianos productores de los países
centroamericanos, estimaron que Honduras dejó de ser una
nación soberana ya que muchas partes del texto dejan sin
efecto artículos de la Constitución Política.
Los señalamientos fueron incluidos en un
artículo titulado "TLC, monstruo que devora la economía
nacional", el cual fue publicado en la más reciente
edición de la revista Vida Laboral.
El comentario editorial de la revista lamentó
que con el acuerdo que ya entró en vigencia, Honduras es
considerado por los empresarios extranjeros como una zona industrial
donde pueden imponer sus reglas.
Advirtió que el "TLC promueve la flexibilización
laboral para eliminar conquistas de la clase trabajadora",
como la reducción de las prestaciones sociales y mayor
facilidad para realizar despedidos.
Juan Ramón Irías, dirigente de la
Confederación Unitaria de Trabajadores de Honduras estimo
que la competencia desigual ha ocasionado el cierre de pequeñas
y medianas empresas, con lo cual se aceleró el crecimiento
de la economía informal.
Para la Asociación Nacional de la Mediana
y Pequeña Industria de Honduras (ANMPIH), unas cinco mil
microempresas, las cuales dijo generan cerca de un millón
de puestos de empleos podrían desaparecer por no poder
competir contra las grandes transnacionales.
La ANMPIH aglutina a pequeños productores
de zapatos, ropa, alimentos y madera, y sólo en la ciudad
de San Pedro Sula, segunda en importancia del país y primer
polo industrial de Honduras, genera alrededor de 50 mil empleos
directos.
La publicación destacó que lo beneficios
que el texto le dio a los estadunidenses hace pensar en que los
grandes inversionistas incrementarán sus ganancias mientras
los pequeños y medianos empresarios temen desaparecer.
Igual suerte estimó correrán los
agricultores, en especial los productores de granos básicos,
los de café, productos cárnicos, avícolas
e incluso de los productos más sensibles como el maíz
blanco, el amarillo, sorgo y el frijol.
Estimó que este sector se encuentra al
borde de la desaparición ya que más de 240 mil familias
carecen de terrenos para sembrar, se les niega el acceso créditos
para comprar, no cuentan con subsidios y no pueden adquirir tecnología
para mejorar cultivos.
La publicación mencionó que el impacto
de la reducción de aranceles a productos como el arroz
generó que de 25 mil productores nacionales que había
en 1988 la cifra se redujera a unos dos mil.
El gasto en importaciones de arroz, señaló,
pasó de un millón a más de 20 millones de
dólares y los beneficiarios son los grandes exportadores
estadunidenses y los comercializadores hondureños.
El
maíz, según datos de del Fondo de Naciones Unidas
para la Alimentación (FAO), representa el primer lugar
en superficie sembrada, volumen de producción y superficie
sembrada y no cubre en la actualidad la demanda nacional y el
déficit se cubre con importaciones de Estados Unidos. EFE