El
atacante, un jordano de origen palestino, fue inmediatamente detenido
y está siendo interrogado, pero los primeros indicios apuntan
a que "no se trata de una acción organizada, sino
de un acto aislado", según dijo el primer ministro
jordano, Maruf Bajit.
El atentado se produjo en el centro histórico de Amán,
junto al Anfiteatro Romano, uno de los lugares más visitados
por los turistas en la capital jordana y situado junto al zoco
antiguo de la ciudad.
Inmediatamente, policías de elite con el rostro cubierto
y las armas en ristre cerraron el recinto milenario del anfiteatro,
rompiendo la habitual calma de una de las ciudades más
tranquilas de Oriente Medio.
No hay ningún turista español entre los heridos,
que según las autoridades jordanas son cuatro mujeres -dos
británicas, una australiana y una neozelandesa-, además
de un holandés y de un policía jordano de los que
a veces acompañan a los turistas.
Dos de los heridos tuvieron que ser sometidos a intervenciones
quirúrgicas en el vientre y la espalda, mientras que los
otros cuatro sufren heridas leves, dijeron fuentes del hospital
público Al Bachir, donde han sido ingresados.
El primer ministro se desplazó al hospital para visitar
a los heridos, y desde allí precisó que el atacante,
cuya identidad no precisó, es un jordano de origen palestino
que vive en el campo de refugiados palestinos de Al Bata.
Bajit dijo que el agresor tiene 38 años y perdió
a dos de sus hermanos en la invasión israelí del
Líbano, en 1982.
"Jordania está pagando el precio de su postura frente
al terrorismo internacional, pero este ataque no nos apartará
de nuestra línea", dijo el primer ministro.
Por su parte, el ministro del Interior, Eid Al Fayez, calificó
la acción de "un atentado terrorista según
todos los criterios", pero añadió: "No
creemos que sea una operación organizada".
Al Fayez añadió que su gobierno ha abierto una investigación
sobre los hechos, para establecer en primer lugar si existen cómplices
o el atacante contó con alguna ayuda.
Jordania es uno de los países más estables y seguros
del mundo árabe, pero con el de hoy ya son dos los ataques
terroristas en los últimos diez meses. El pasado 9 de noviembre,
tres suicidas de nacionalidad iraquí atacaron sendos hoteles
de lujo en Amán y mataron a sesenta personas, casi todas
ellas jordanas.
Aquel atentado fue reclamado por la rama iraquí de Al Qaeda,
dirigida por el prófugo jordano Abu Musab al Zarqaui, muerto
en un ataque aéreo estadounidense en Irak el pasado 7 de
junio.
Una mujer iraquí que participó en aquellos ataques
pero no logró detonar su cinturón explosivo fue
detenida tres días después de los hechos y está
siendo actualmente juzgada en Amán.
De momento, no se ha comunicado ningún detalle sobre la
filiación del terrorista que hoy disparó contra
los turistas, pero el régimen jordano está en el
punto de mira del extremismo islámico por su alineamiento
casi incondicional con Estados Unidos y por no haber roto sus
relaciones diplomáticas con Israel.
Con ocasión de los recientes ataques de Israel contra el
Líbano, Jordania -junto con Egipto y Arabia Saudí-
criticaron el carácter "aventurero" del movimiento
chií libanés Hizbulá por haber propiciado
los ataques israelíes con la captura de dos soldados hebreos.
Aquellas declaraciones suscitaron numerosos episodios de ira contra
"los gobernantes árabes" en las manifestaciones
que se repitieron en numerosas capitales del mundo árabe.