Custodio
manifestó que la quiebra de bancos es un delito financiero que
ha sido mal manejado. "A unos inocentes se les acusó y a
otros culpables se les ha dejado en la total impunidad".
Recordó que un banquero de los Estados Unidos ligó la
banca guatemalteca y hondureña a lo que había pasado en
México y los mismos Estados Unidos y partiendo de eso, hace aproximadamente
ocho años, se tomó la libertad de mandarle un memorando
al Presidente de aquel entonces y, para su sorpresa, no se hizo nada.
Según Custodio, el cambio de patrimonio bancario está
sujeto a sospechas porque, aparentemente, unas quiebras eran esperadas
y otras fueron provocadas y alguien salió ganando en estos trasiegos
de capital y los únicos perdedores fueron los cuenta-habientes,
que arriesgaron su dinero en una operación inversionista amañada,
porque se les hizo creer que iban a ganar grandes cantidades de dinero
y las autoridades no se preocuparon de garantizar su inversión.
Aunque la tendencia de los que invierten es a que nadie los regule y
quieren reducir cada día más la influencia del Estado,
"el Estado regulador es necesario y ésta es una de las pruebas
de que el Estado debe supervisar y proteger a los cuenta-habientes",
expresó.
Recomendó que para evitar la corrupción, los funcionarios
públicos, desde los porteros de las instituciones del Estado
hasta jueces, magistrados, diputados, secretarios de Estado y el propio
Presidente de la República, "debemos cumplir aquello de
respetar y hacer que se cumpla la Constitución y que los demás
cumplan las leyes igual que nosotros".
A criterio del defensor de los derechos humanos, "aunque los corruptos
andan en las calles, en los Country Clubs; van a misa; son caballeros
del santo entierro y pasan en las iglesias por hombres o mujeres muy
honorables, se les debe aplicar la Ley con todo el rigor".
Finalmente dijo que "quien comete un delito, cualquiera que sea
su jerarquía o su dignidad pública, está sujeto
a la Ley y se vuelve delincuente y tiene que ser juzgado como cualquier
otro ciudadano de este país".
En Honduras, la quiebra fraudulenta de bancos inició en 1999
con Bancorp, posteriormente corrieron la misma suerte el Banco Capital
y el Banco Hondureño de Créditos y Servicios, Banhcreser.
La mayoría de los responsables de la quiebra de bancos no han
sido capturados para comparecer ante la justicia y tampoco se han recuperado
los 3,200 millones de lempiras que el Estado debió invertir para
evitar el descalabro del sistema y, por ende, de la economía
nacional.