Cinco
años después de los atentados que mataron a unas
3.000 personas en Nueva York, Washington y Pensilvania, cada vez
son más las voces que reclaman un cambio de dirección
en esos países, comenzando por la destitución del
secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
Las estadísticas oficiales dicen que, desde octubre de
2001, han muerto más de 2.652 soldados estadounidenses
en Irak y 329 en Afganistán.
Para hacer frente a estas campañas bélicas, el presupuesto
del Pentágono ha crecido desde 2001 en un 39 por ciento.
Si hace cinco años el presupuesto militar de Estados Unidos
era igual al de los siguientes 14 países juntos, el año
pasado el dinero que invirtió el Ejecutivo del presidente
estadounidense, George W. Bush, en su ejército rebasó
en 116.000 millones de dólares el gasto conjunto de los
14 países siguientes.
Pero la realidad más allá de los números
habla de una situación absolutamente descontrolada en Irak,
próxima a la guerra civil -si es que no está ya
inmerso en ella- y, lo que es aún peor, con muy pocos visos
de arreglarse en un futuro cercano.
A eso se suma el rebrote de la violencia en Afganistán
y la creciente reorganización de los grupos talibanes en
torno a la frontera de este país con Pakistán.
Para desgracia del presidente Bush, analistas, políticos
y ciudadanos coinciden casi unánimente en una cosa: no
está ganando su cacareada "guerra contra el terrorismo".
"EEUU está perdiendo sin ninguna duda ambas guerras.
La situación en Irak es, definitivamente, mucho peor que
antes de que comenzase, en marzo de 2003, y Afganistán
es una supuesta historia de desarrollo y progresión que
no está funcionando como se esperaba", dijo a Efe
Muqtedar Kahn, experto del Instituto Brookings.
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El
Pentágono reconoció en un informe hecho público
la semana pasada que la creciente violencia sectaria entre
los musulmanes suníes y los chíies podría
desatar una guerra civil en Irak.
Con el objetivo de revertir la situación, el Departamento
de Defensa anunció el aumento a 140.000 del número
de efectivos militares en el país mesopotámico. |
"Este
número está muy lejos de los 400.000 efectivos,
más o menos, que habrían sido necesarios para poder
controlar la situación en este país desde el inicio",
aseguró Kahn.
Para Roby Barrett, profesor en la universidad Texas A&M y
analista del Instituto de Oriente Medio, no se podrá decir
si Estados Unidos ha ganado o perdido la guerra contra el terror
hasta dentro de al menos dos décadas, "pero está
claro que las cosas en Irak están peor que hace tres años".
Además, Barrett alerta sobre el riesgo de "afganistización"
de Irak: "Si todo sigue igual, corremos el riesgo de que
cuando las tropas de Estados Unidos se marchen, asuma el poder
un estado terrorista parecido al que había en Afganistán
con los talibanes".
Una de las grandes preocupaciones es que los tambaleos de
Estados Unidos en Irak y Afganistán dejan al descubierto,
además de una capacidad militar menor de la que se
creía, una creciente animadversión hacia los
estadounidenses.
Los grupos terroristas como Al Qaeda encuentran de esa manera
un caldo de cultivo propicio para pregonar el radicalismo
y encontrar adeptos a su causa, según el analista
del Instituto de Oriente Medio Syed Hasnat. |
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"Tras derrocar al Gobierno en Afganistán, se dio la
impresión de que a los talibanes se les había borrado
de la faz de la tierra, pero no fue así. Están emergiendo
de nuevo y se aprovechan de la impopularidad de un Gobierno que
es visto como un títere de Occidente", aseguró
a Efe Hasnat.
Han pasado ya cuatro años del nacimiento de la doctrina
de los ataques preventivos, pero pocas cosas han mejorado en Irak
y Afganistán, donde Estados Unidos ha estado ya más
tiempo que el que combatió en la Segunda Guerra Mundial.
EFE