La lucha global contra el terrorismo que arrancó en EEUU
tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, en los que murieron
unas 3.000 personas, desató también en este país
una "guerra cultural" sin precedentes en la que, para
los conservadores más acérrimos, los inmigrantes
son sinónimo de terroristas.
Así, en aras de la seguridad nacional, el Gobierno estadounidense
ha incrementado la vigilancia y las restricciones para los visados
de quienes entran en el país como estudiantes, académicos,
turistas o empresarios.
Poco después de los atentados, la Casa Blanca obligó
a unos 80.000 inmigrantes, la mayoría de países
árabes y musulmanes, a registrarse ante las autoridades
migratorias. De esos, 14.000 fueron deportados.
Esa medida fue suspendida, pero otras, incluso más extremas,
tomaron su lugar.
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El
Departamento de Justicia ha emitido una "hoja de datos"
en la que destaca sus logros antiterroristas, mediante nuevos
medios policiales, entre ellos la llamada "Ley Patriota".
La "Ley Patriota", renovada por el Congreso tras
un agitado debate, convirtió a EEUU en una verdadera
fortaleza al imponer mayores restricciones para la emisión
de visados, un sistema de rastreo computerizado de los estudiantes
extranjeros conocido como "SEVIS" y una mayor
vigilancia en los puertos de entrada. |
Esa ley ha tenido un impacto cultural y económico, por
ejemplo, en los recintos universitarios de EEUU.
Según la Alianza para el Intercambio Cultural y Educacional
(AIECE), el número de visados para estudiantes se redujo
un 27 por ciento de 2001 a 2003 (293.357 y 214.331, respectivamente).
La frontera sur se ha convertido en la "zona cero" de
la lucha antiterrorista, y, escuchando a quienes exigen un mayor
combate a la inmigración ilegal, EEUU también envió
a esa zona a 6.000 soldados de la Guardia Nacional que en los
próximos dos años complementarán las tareas
de la Patrulla Fronteriza.
Temiendo la entrada de posibles terroristas, el Gobierno de Washington,
además, puso en marcha un programa que ficha las entradas
y salidas de todos los visitantes extranjeros, quienes deben registrar
sus huellas digitales y otros datos biométricos.
Mientras, a falta de una reforma migratoria integral, los gobiernos
estatales han aprobado en 2006 leyes dirigidas sobre todo contra
los inmigrantes indocumentados, entre ellas la prohibición
de licencias de conducir.
Ahora sólo diez estados otorgan licencias de conducir sin
que el solicitante tenga que demostrar un estatus de legalidad
en el país.
Según la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales,
más de 30 estados de la nación han aprobado al menos
57 leyes que prohíben la contratación de inmigrantes
indocumentados o su acceso a una amplia gama de servicios sociales.
Aunque el director de la Oficina de Servicios de Inmigración
y Ciudadanía, Emilio González, afirma que EEUU no
ha retirado su letrero de bienvenida a los visitantes, persiste
la idea de que los inmigrantes son el blanco predilecto de las
autoridades, según expertos consultados por Efe.
"Desde
el 11-S, EEUU afronta el reto de encontrar un equilibrio
entre la necesidad de proteger el territorio y la meta de
conservar su imagen como una nación que acoge a los
inmigrantes", dijo Marshall Fitz, analista de la Asociación
Estadounidense de Abogados de Inmigración (AILA).
"Ahora, todo lo ven desde el prisma de la seguridad
nacional, y en la búsqueda de ese equilibrio corremos
el riesgo de ser vistos como un país intolerante",
agregó.
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Por
su parte, Rinku Sen, directora ejecutiva del "Applied Research
Center", que estudia asuntos relacionados con el racismo
en EEUU, afirmó que "todavía hay un clima de
persecución y de miedo entre los inmigrantes, a quienes
se les ve con sospecha".
"Los grupos de derecha han aprovechado este debate (sobre
seguridad nacional) para meterle miedo a la gente, y, con franqueza,
es un esfuerzo para que EEUU siga siendo un país de mayoría
blanca", enfatizó.
Ana Solo Gutiérrez, delegada demócrata de la asamblea
estatal de Maryland, lo resumió así: "este
nuevo enfoque en la seguridad nacional ha desatado una ola de
hispanofobia en EEUU y ha creado un ambiente muy negativo en la
vida diaria de los inmigrantes". EFE