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Tegucigalpa
- La concesión de los aeropuertos ha dejado más
desencantos que satisfacciones a los hondureños,
y eso quedó evidenciado en el hecho que en los últimos
cinco años se generaron ganancias por 1,750 millones
de lempiras (unos 100 millones de dólares), pero
la mayor tajada se la llevó la empresa operadora
con más de 1,100 millones, mientras el Estado solo
percibió 650 millones de lempiras. |
A
pesar de que la administración privada de las terminales
aéreas dejó semejantes e históricas utilidades,
esas ganancias no se han traducido en mejoras sustanciales para
los aeródromos nacionales, algunos de los cuales siguen
operando en infraestructuras y condiciones inadecuadas para la
comodidad de los más de 700,000 viajeros nacionales y extranjeros
que entran y salen del país anualmente.
Los
únicos dos aeropuertos que experimentaron inversiones importantes
fueron el “Golosón” de la ciudad de La Ceiba
y Toncontín de Tegucigalpa, pero en este último
está pendiente la ampliación de 300 metros de la
pista de aterrizaje, algo que la concesionaria se resiste a cumplir
aduciendo incumplimientos del Estado e incompatibilidad de los
predios en donde se localiza la terminal.
Según la Superintendencia de Licencias y Concesiones, en
los últimos cinco años se invirtieron en las cuatro
terminales alrededor de 21.6 millones de dólares distribuidos
de la siguiente forma: 13.9 millones en Toncontín, 4.5
en el “Golosón”, 4.4 en el Juan Manuel Galvez
de Roatán y 1.7 en el Ramón Villeda Morales de San
Pedro Sula.

El aeropuerto Toncontín presenta
ahora una mejor imagen a los usuarios, pero aun faltan otras inversiones.
El
contrato de concesión de los cuatro aeropuertos fue suscrito
con InterAirports el 10 de marzo del 2000, después de un
largo y controvertido proceso de licitación pública
en el que la empresa ganadora se comprometió a entregar
al estado un canon del 39.5 por ciento, porcentaje que meses después
fue modificado.
Sin embargo, a raíz de los problemas legales con algunos
socios, las millonarias multas impuestas por el Estado, los malos
manejos administrativos y las deudas, InterAirports cayó
en insolvencia financiera, por lo que el 90 % de las acciones
fueron vendidas al acaudalado empresario hondureño-cubano
José Lamas, en septiembre de 2005.
Meses después, la mayoría de las acciones fueron
adjudicadas al conglomerado de empresas del Grupo Terra, propiedad
del magnate de la generación térmica, Fredy Nasser,
y de paso el consorcio cambió su nombre comercial y pasó
a llamarse Aeropuertos de Honduras.
El
colapso financiero en el que cayó InterAirports, antes
de ser absorbido por Lamas y Nasser, impidió prácticamente
el avance de las obras en los cuatro aeropuertos, mientras las
mejoras que se realizaban en el Toncontín y Golosón
se paralizaron hasta que los nuevos socios inyectaron recursos
frescos para concluirlas.
Gracias
a esos fondos se logró avanzar en la ampliación
del anexo del aeropuerto capitalino y la colocación
de las mangas de abordaje, pero todavía están
en proceso de construcción la torre de control y
la parte sur del inmueble. También la repavimentación
de la pista de rodaje y aterrizaje. |
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