"Es
una provocación y un acto intolerable", afirmó
un comunicado del país más afectado por la prueba
nuclear, Corea del Sur, que tras 53 años de débil
alto el fuego con el enemigo comunista del Norte ahora ve que,
además de misiles y armas químicas y biológicas,
el régimen ermitaño puede esgrimir la destrucción
nuclear como amenaza.
La
alarma la dieron en la mañana de hoy los servicios de inteligencia
surcoreanos, que detectaron los indicios de la prueba nuclear
con la que venía amenazando Pyongyang toda la semana.
No
obstante, el Gobierno surcoreano había sido avisado por
la Embajada china en Seúl de la posibilidad de la prueba
atómica veinte minutos antes de que ésta se produjera.
Poco
después el Ministerio de Defensa del Sur confirmaba lo
que no por más esperado era menos temido: Corea del Norte
acababa de detonar una bomba atómica bajo tierra en el
distrito de Hwadae, un remoto rincón del nordeste de ese
país.
Los
servicios sismológicos surcoreanos detectaron un temblor
de una magnitud de 3,58 grados en la escala de Richter, que después
era confirmado por el Servicio Meteorológico de Japón,
que estableció esa medida en casi cinco grados, y el Instituto
Geológico de Estados Unidos, con una gradación de
4,2 puntos.
El
Ministerio de Defensa ruso también confirmaba el carácter
de la sacudida sísmica: "ésta fue en un ciento
por ciento una prueba nuclear subterránea", dijo el
general Vladímir Verjotsev.
Pero
fue el propio régimen norcoreano el encargado de anunciar
a bombo y platillo el test.
En
un mensaje transmitido por la oficialista Agencia Central de Noticias
(KCNA), la cúpula norcoreana anunció oficialmente
el éxito de la prueba y destacó que se llevó
a cabo con todas las garantías de seguridad y sin fugas
radiactivas.
Según
expertos consultados por la agencia surcoreana Yonhap, el poder
de destrucción de la explosión subterránea
equivaldría a unas 550 toneladas de TNT, a juzgar por las
vibraciones telúricas.
La
bomba atómica que destruyó la ciudad japonesa de
Hiroshima en agosto de 1945 equivalía a entre 15.500 y
21.500 toneladas de TNT.
La
fecha elegida para el ensayo no fue baladí, a caballo entre
las celebraciones de ayer, que conmemoraron el nombramiento en
1997 del líder norcoreano, Kim Jong-il, al frente del Partido
de los Trabajadores de Corea del Norte, y las de mañana,
cuando se festeja el sexagésimo primer aniversario de la
fundación de esa institución que rige con mano férrea
el destino del país comunista.
Según
la KCNA, esta prueba nuclear "realizada al cien por cien
con nuestro conocimiento y nuestra tecnología" contribuye
a reforzar "la capacidad de disuasión" de Corea
del Norte y a "mantener la paz y seguridad en la península
coreana y Asia".
No
fueron de este mismo parecer los vecinos de Corea del Norte, sobre
todo Japón, que pidió una reunión urgente
del Consejo de Seguridad de la ONU, para que dirima esta crisis
con mano firme, como indicó el primer ministro nipón,
Shinzo Abe.
El
jefe del Ejecutivo japonés señaló en Seúl,
donde se encontraba de visita oficial cuando se produjo la prueba
nuclear, que, además de las posibles presiones internacionales,
su país "probablemente tomará sus propias medidas
severas en breve".
Según
Abe, "Japón trabajará con la sociedad internacional
y las naciones afectadas para que la ONU adopte una resolución
que incluya medidas muy fuertes contra Corea del Norte, en el
menor plazo posible".
El
primer ministro japonés realizaba estas declaraciones tras
reunirse con el presidente surcoreano, Roh Moo-hyun, quien reconoció
que la crisis nuclear norcoreana no puede ser resuelta sólo
con el diálogo y anunció un cambio en su política
hacia Pyongyang, hasta ahora de brazos abiertos y apoyo económico.
De
momento, el Gobierno surcoreano anunció la suspensión
temporal de la asistencia de emergencia a Corea del Norte y se
cancelaron varios transportes marítimos con destino en
puertos norcoreanos.
Ahora
queda en manos del Consejo de Seguridad de la ONU determinar el
carácter de la condena que puede lanzar contra Corea del
Norte y que podría incluir, si sigue las demandas de Japón
y EEUU, la aplicación del Capítulo 7 de la Carta
Magna de Naciones Unidas para la imposición de sanciones.
Ese
capítulo permite también a la comunidad internacional
recurrir al uso de la fuerza militar para resolver una crisis.
En
julio pasado, cuando el Consejo de Seguridad aprobó una
resolución de condena a Corea del Norte por el lanzamiento
de siete misiles balísticos, tuvo que excluir ese controvertido
capítulo ante la oposición de China y Rusia, últimos
aliados de Pyongyang.
Ahora,
el Consejo tendrá que recordar también las advertencias
lanzadas en varias ocasiones por el régimen norcoreano,
para el cual la imposición de sanciones es equiparable
a una declaración abierta de guerra. EFE