El fantasma del 11-S
regresa a Nueva York

   

11 de Octubre de 2006

Nueva York - Cinco años y un mes después de los atentados más sangrientos de la historia de Estados Unidos, un accidente de aviación volvió a estremecer a la ciudad de los rascacielos, que durante unas horas revivió el 11-S.


La tragedia sobrevoló Nueva York otro fatídico día once, cuando una avioneta se estrelló hoy contra un edificio de Manhattan, donde todas las miradas se alzaron al cielo al creer sus habitantes que se trataba de otro ataque terrorista.

A las 14.45 hora local (18.45 GMT) la conmoción se apoderó de los neoyorquinos, y las arterias principales de Manhattan se llenaron de ensordecedoras sirenas que hicieron recordar la mañana del 11 de septiembre del 2001 y provocaron un escalofrío que recorrió la isla de norte a sur.

El día, gris y lluvioso, hacía presagiar lo peor.

Sin embargo, los curiosos que se agolparon en el lugar del siniestro sólo encontraron el humo ocasionado por el impacto de una aeronave contra la fachada de un edificio de viviendas del ala este de Manhattan, una de las más adineradas de la ciudad.

Al principio, la confusión se apoderó de la zona y se especuló con que el aparato que causó la explosión fuera un helicóptero, ya que no es la primera vez que este tipo de aparatos tienen problemas en esta zona.

Dos helicópteros turísticos se estrellaron el año pasado en este área de la ciudad, muy cercano al río Este, tras sufrir sendas averías mecánicas.

No obstante, Alexa Alegori, un vecina de la zona que presenció el impacto desde su casa, situada frente al edificio siniestrado, negó en declaraciones a Efe que el aparato siniestrado fuera un helicóptero.

"No fue un helicóptero", señaló Alegori, quien afirmó que pudo ver "como caía al suelo un ala de avión, de color negro".

"Escuché una explosión y al darme la vuelta hacia donde procedía ya estaba todo envuelto en fuego", prosiguió.

La joven, junto a su perro "Akira", fue una de las primeras personas en ser evacuada por los servicios de emergencia que se desplazaron al lugar del accidente y que, explicó, se encontraron con algunas dificultades para acceder al piso siniestrado.

"A los servicios de emergencia no les resultó fácil llegar al origen del fuego, por lo que se podían ver perfectamente las llamas y el humo negro subiendo hacia el cielo", relató.

Tras ponerse a salvo, aún con el miedo metido en el cuerpo y las manos y la voz temblorosa, la única preocupación de la joven eran los dos perros que había dejado en su apartamento y que los bomberos no le permitieron llevar consigo.

A medida que transcurrían los minutos, la policía de Nueva York fue ampliando el cordón de seguridad para evitar que los miles de curiosos continuaran fotografiando el lugar el impacto.

Junto a ellos, bajo una intensa lluvia, representantes de cientos de medios de comunicación realizaban conexiones en directo tratando de aportar los pocos datos que se iban conociendo para esclarecer lo que había sucedido.

Unos metros más atrás, un grupo de residentes de los edificios de la zona perdían la paciencia tratando de acceder infructuosamente a su domicilio en las inmediaciones del inmueble accidentado, para comprobar que sus seres queridos no habían sufrido daños.

El caos invadía las calles de la zona este de Manhattan y los viandantes preguntaban curiosos a los periodistas o se agrupaban en torno a sus vehículos para escuchar las novedades que, con cuentagotas, transmitían las radios y televisiones locales.

Entre ellos se encontraba, Eva Félix, una mujer de mediana edad que afirmó trabajar junto al edificio siniestrado y que trataba de conocer las últimas noticias mientras consolaba a su compañera Mirna, que lloraba desconsolada presa de un ataque de pánico.

"Tuve que salir corriendo de mi trabajo porque mis compañeros creían que se trataba de un ataque terrorista", fue la única declaración que Feliz acertó a formular.

Al final, los neoyorquinos respiraron aliviados tras confirmarse el menor de los males.

No se trataba de un ataque terrorista sino de un desgraciado accidente de aviación que costó la vida a dos personas: el jugador de béisbol de los Yanquis de Nueva York Cory Lidle, y la mujer que le acompañaba en la avioneta de su propiedad. EFE

 
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