Considerado uno de los cerebros más brillantes y conservadores
dentro del Ejecutivo de George W. Bush, Rumsfeld forma parte del
núcleo duro del entorno del vicepresidente, Dick Cheney,
los llamados "halcones", que comparten una visión
belicista de las relaciones internacionales.
Su sonrisa irónica, que pasa por ser su
seña de identidad en las apariciones públicas, había
desaparecido en sus últimas intervenciones públicas,
ante la presión cada vez mayor que recibió hasta
dentro del propio Pentágono por el rumbo de la guerra de
Irak.
Rumsfeld, de 74 años, ha sido hasta hoy
el secretario de Defensa de mayor edad que ha tenido EEUU, después
de haber marcado también el hito de ser el más joven,
cuando desempeñó este cargo entre 1975 y 1977 con
el presidente Gerald Ford con apenas 43 años.
Rumsfeld se puede ir con la satisfacción
de haber cumplido con uno de las principales misiones que Bush
le encargó cuando tomó posesión, en el año
2000: reforzar el poderío y la importancia de las Fuerzas
Armadas, que han visto cómo su presupuesto se ha disparado
durante su mandato.
Sin embargo, los fracasos continuados en la guerra
de Irak han podido más que su habilidad para conceder al
Ejército un papel preponderante en las decisiones del Gobierno.
Su carrera es muy similar a la del vicepresidente
Cheney, con quien comparte muchas similitudes: una carrera política
meteórica seguida de varios puestos como dirigente de grandes
empresas, y la resurrección con Bush.
La carrera de Rumsfeld comenzó con altos
vuelos, ya que su primer trabajo fue como aviador dentro de la
Marina de EEUU, pero pronto se dejó seducir por la política
y fue elegido en 1962 congresista con sólo 30 años.
Dejó el Congreso en 1969 para ocupar varios
altos cargos en la Administración del entonces presidente
de EEUU, Richard Nixon.
En 1973 fue enviado a Bruselas como embajador
en la OTAN, y volvió a Washington con el presidente Gerald
Ford, quien le nombró primero jefe de su oficina de transición
y después jefe de gabinete.
Precisamente fue Cheney quien le sustituyó
en ese puesto, cuando Rumsfeld pasó a dirigir las Fuerzas
Armadas.
Tras la derrota electoral de Ford ante el demócrata
Jimmy Carter, Rumsfeld pasó a dirigir varias grandes empresas,
primero la farmacéutica Searle (1977-85) y la de alta tecnología
de comunicaciones General Instrument Corporation (1990-93).
Entre ambos cargos, trabajó en un banco
de inversiones como asesor especial.
Sin embargo, Rumsfeld nunca se alejó demasiado
de los pasillos de poder, y durante la Administración de
Ronald Reagan ejerció de asesor especial en áreas
tan controvertidas en aquellos años como el control armamentístico
y Oriente Medio.
También dirigió una comisión
oficial sobre el déficit comercial y, sobre todo, supervisó
la llamada Comisión para Evaluar la Amenaza de Misiles
Balísticos.
Identificado con los postulados económicos
ultraliberales de la Escuela de Chicago, llegó a coquetear
incluso con la posibilidad de aspirar a la presidencia en 1988,
si bien nunca dio un paso firme hacia adelante.
Tras toda una vida como un poder fáctico
en Washington, la cuestión es ahora si Rumsfeld será
capaz de abandonar la política definitivamente o dedicar
su sonrisa a sus tres hijos y seis nietos. EFE