12 de noviembre de 2006 La líder demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, se ha convertido en la mujer más poderosa de EE. UU. tras el triunfo de su partido en las elecciones legislativas. Pelosi, de 66 años, será la primera mujer en la historia del país que presidirá la Cámara Baja. Como líder o "speaker" de la Cámara, tal y como estipula la Constitución, será la segunda en la línea de sucesión presidencial, por detrás sólo del vicepresidente Dick Cheney. La que será nueva presidenta de la Cámara se lo ha ganado a pulso. Es una fiera política temida y admirada a partes iguales que impone una disciplina férrea entre los suyos con la más cariñosa de las sonrisas.
“MADRE,
HAZ TU VIDA”. "Madre, haz tu vida", le respondieron a Pelosi sus hijos cuando les consultó sobre la conveniencia o no de dedicarse a la política a tiempo completo. Y su vida a partir de entonces fue escalar posiciones dentro de su partido, en el que es vista como una mujer de profundas convicciones, moral inquebrantable y, sobre todo, de armas tomar. En 1987, fue elegida congresista por el distrito de San Francisco (California), adonde se trasladó después de casarse, y desde entonces no ha dejado escapar un escaño con el que los demócratas cuentan de antemano antes de cualquier elección.
El desembarco de Pelosi al frente de la nave demócrata fue interpretado como un viraje hacia el ala izquierda del partido, que pretendía acabar con la docilidad que desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EE. UU. había mostrado hacia el presidente, el republicano George W. Bush. Desde su nuevo cargo, la batalladora congresista ha impuesto la consigna del "prietas las filas" en un partido que se percibe por el público como muy dividido en asuntos claves como la guerra de Irak o la inmigración. Con una sonrisa perenne en su cara -que algunos críticos achacan a sus múltiples cirugías estéticas más que a su buen carácter-, a Pelosi no le han dolido prendas para enfrentarse con los legisladores demócratas más díscolos y reconvenirles para lavar los trapos sucios en privado. Un antiguo colaborador suyo explicó que, dentro del entorno político, en el que abunda la cháchara y las conversaciones vacías, Pelosi es conocida por ir directamente al grano cuando se dirige a su interlocutor. En su carrera política y en su palpable generosidad -es la primera en mandar flores a sus compañeros cuando sus cónyuges enferman- ha tenido mucho que ver su marido, Paul Pelosi, un rico inversor que ha puesto su fortuna al servicio de las aspiraciones de su mujer.
Desde su nuevo puesto, Pelosi podrá dedicarse a sus ocupaciones favoritas: criticar con fiereza a Bush, imponer orden entre los parlamentarios y articular una agenda claramente demócrata. Y cerrar el día, como hace siempre aunque su peso no lo denote, con una buena ración de chocolate antes de irse a la cama. ENRIQUE
RUBIO. |
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