"Un
día caminando por la calle vi un letrero con el nombre
de 'Hope Foundation' (una organización dedicada a la ayuda
de las poblaciones más desamparadas). Entré en el
edificio y pregunté qué es lo que era. Allí
me enteré de la posibilidad de obtener un microcrédito",
declaró Campbell hoy a Efe.
"Pero
no calificaba para el programa de préstamos. No tenía
nada para respaldar un crédito incluso por la cantidad
más pequeña. Así que me puse a ahorrar y
un año después volví", continuó
Campbell, quien participa en la ciudad canadiense de Halifax en
la Cumbre Global del Microcrédito.
En
el 2004, Campbell consiguió que "Hope Foundation"
le prestase 40.000 dólares jamaicanos, entonces alrededor
de 700 dólares estadounidenses.
Con
ese dinero compró materiales y equipo para producir sus
artesanías.
Hoy,
dos años después, Campbell tiene dos empleados a
tiempo completo y otro a tiempo parcial y su empresa genera a
la semana unos ingresos de unos 20.000 dólares jamaicanos,
alrededor de 300 dólares al cambio de hoy.
Con
una sonrisa en la cara, Campbell dice que es una mujer cambiada.
"Mi autoestima ha aumentado, mi confianza, soy más
responsable y me he ganado el respeto de los que me rodean. Me
he renovado espiritualmente", afirmó.
Con
su nueva prosperidad Campbell mantiene a cinco niños (una
sobrina y cuatro niños de la calle) que viven con ella
y a los que les enseña como elaborar las artesanías
que vende.
Son
ejemplos como los de Campbell los que hacen que los microcréditos
se estén extendiendo por el mundo a una rapidez vertiginosa.
El
bangladeshí Fazle Abed, fundador de una de las instituciones
que en los años 1970 empezaron a conceder microcréditos
en el país del sur de Asia, calificó hoy de "conservador"
el objetivo establecido durante la reunión de Halifax para
que en el año 2015, 175 millones de familias de todo el
mundo tengan acceso a microcréditos.
"Ahora
mismo alcanzamos a 113 millones de familias, por encima del objetivo
de 100 millones establecido en 1997. Y hay unos 400 millones de
familias en extrema pobreza. 175 millones para el 2015 es muy
conservador", afirmó Abed.
Pero
también hay quienes advierten sobre el trasfondo de estas
cifras.
Ricardo
Suxo, gerente de la Fundación Diaconía de Bolivia,
que atiende a unas 30.000 familias en el país suramericano,
explicó a Efe un ejemplo de sus temores.
"Una
de nuestras clientas es una mujer que vende ají (una especia
muy popular) en mercados callejeros. Cada bolsita cuesta diez
centavos de boliviano (ocho bolivianos equivalen a un dólar
al cambio oficial). Al cabo del día gana tres bolivianos.
Toda la familia, compuesta por su marido y dos hijos que se dedican
a limpiar zapatos, ganan al día diez bolivianos".
"Le
concedimos un préstamo de veinte dólares para que
pudiese empezar a vender el ají en los mercados. Pero nunca
va a conseguir devolver el crédito cuando gana sólo
tres bolivianos al día. Ella tiene un crédito de
subsistencia y para salir de ese estado necesitaría más
recursos", añadió Suxo.
Aún
así, centenares de millones de pobres no tienen más
salida y la Cumbre de la Campaña del Microcrédito
se ha propuesto que para el 2015 unos 500 millones de personas
hayan salido de la pobreza más absoluta gracias a microcréditos.
El
último Premio Nobel de la Paz, Mohamed Yunus, se refirió
el lunes a uno de los programas que el Banco Gramee que él
fundó tiene en marcha en Bangladesh para ayudar a los mendigos.
Gracias
a un préstamo mínimo y una pequeña capacitación,
el programa ha reconvertido a 83.000 pedigüeños bangladeshíes
en vendedores de puerta en puerta que ofrecen productos en vez
de mendigar. EFE