Lo
plasmaba de forma magistral Timothy Garton Ash a
través de un artículo publicado en El País.
La guerra ya no es lo que era: si en el pasado se combatía
a pie, cuerpo a cuerpo, y después vino la amenaza de las
armas a larga distancia, el progreso tecnológico ha hecho
la guerra más sutil, pero igualmente mortal y con un calado
mucho mayor.
Desde antiguo la propaganda bélica ha jugado un papel fundamental
en los planteamientos ideológicos y en la legitimación
de las causas de cada facción. Con el auge de las nuevas
redes sociales, los conflictos de la actualidad no se han escapado
a la influencia de internet y sus tentáculos.
Tal
y como cuenta Timothy Garton Ash, profesor de Estudios
Europeos de la Universida de Oxford y director del
Centro de Estudios Europeos el el St. Anthony's College de la
misma Universidad, Al Qaeda ha sabido nutrirse de las redes de
comunicación social para inocular su mensaje:
"El 11 de septiembre de 2001, los terroristas de Al Qaeda
utilizaron el poder de los medios para multiplicar de manera incalculable
el efecto de su terrible acción. El 11-S sólo se
convirtió en el 11-S porque la mitad de la humanidad pudo
contemplar el derrumbe de las Torres Gemelas en las pantallas
de sus televisores y muchos pudieron volver a verlo en sus ordenadores,
gracias a que unos medios globalizados y presentes en distintas
plataformas lo repitieron durante 24 horas al día y siete
días a la semana. Eso fue lo que creó el 11-S".
EL USO DE LOS MEDIA A MANOS DE AL QAEDA
Y
es que, de hecho, en su planteamiento como organización,
ya se entiende su concepción como una mera estructura,
una lanzadera... una coordinadora de actos terroristas. De alguna
forma recluta soldados, los forma como terroristas, inocula su
visión del mundo y subvenciona
a grupos externos para desarrollar sus atentados.
Ya en su propia traducción ("Al Qaeda" significa
"la base") se entiende a la organización como
una unión internacional terrorista que se sirve de las
propias armas de su enemigo para abatirle, una especie de lucha
antisistema importada y desarrollada en el terrorismo islamista.
Esta visión ya era adelantada por David de Ugarte, analista
experto en redes de comunicación, en
su obra "11-M: Redes para ganar una guerra",
en la que citando a Arquilla y Ronsfeld:
"La
revolución informacional está cambiando la forma
en que la gente lucha a lo largo de todo el espectro del conflicto.
Lo está haciendo fundamentalmente mediante la mejora de
la potencia y capacidad de acción de pequeñas unidades,
y favoreciendo la emergencia de formas reticulares de organización,
doctrina y estrategia que hacen la vida cada vez más difícil
a las grandes y jerárquicas formas tradicionales de organización.
La tecnología importa sí, pero supeditada a la forma
organizativa que se adopta o desarrolla (...) Hoy la forma emergente
de organización es la red".
ALTAVOCES CONTRA EL SISTEMA
En esencia, la propia organización y sus medios son, incluso,
poco importantes:
"Esta coordinación no requiere en la mayoría
de los casos ni siquiera una dirección consciente o una
dirección centralizada. Al contrario, como señalaba
el propio profesor Arquilla: la identidad de red, la doctrina
común es tan importante como la tecnología. La guerra
en la sociedad red, la netwar, es una guerra de corso, en la que
pequeñas unidades `ya saben lo que tienen que hacer´
y saben que tienen que comunicarse entre sí no para preparar
la acción sino sólo a consecuencia de ella".
Y es que, tal como comenta Garton Ash:
"Tanto en el periodismo como en la guerra, las nuevas
tecnologías ofrecen unas posibilidades sin precedentes
y unos riesgos equiparables (...) Existen medios para manipular,
distorsionar e incitar que no había hace 30 años.
No hay más que ver el papel de las páginas web yihadistas
en el reclutamiento de terroristas en diversos países europeos".
Tal y como recogió Periodista Digital sobre un estudio
de Gabriel Weimann, profesor de Comunicación de la Universidad
de Haifa:
"Aunque se debate confrecuencia el peligro que el ciberterrorismo
representa para Internet, es sorprendente el escaso conocimiento
sobre la amenaza que plantea el uso de la red por parte de los
terroristas (...) que un estudio realizado a lo largo de seis
años pone de manifiesto que las organizaciones terroristas
y sus partidarios han utilizado todas las herramientas que ofrece
la Red para reclutar adeptos, recaudar fondos y lanzar una campaña
de intimidación a escala mundial".
LA REVOLUCIÓN TELEVISADA
El periodismo, la comunicación en general, es una herramienta
más, un arma en la guerra. Se puede percibir de hecho que
los atentados han convulsionado al mundo entero a través
de la pantalla, de los periódicos y de las emisoras. Internet
ha jugado el papel de altavoz y, en esta ocasión, esta
revolución sí se ha televisado.
Pero no todo termina en la comuniación y los medios, sino
que empieza ahí. Cada vídeo, cada aparición
de Ben Laden, cada amenaza terrorista es noticia de forma inmediata.
Extrapolándolo a España, como sucede con Otegui
y los etarras, cuyas manifestaciones colman portadas a diario.
¿Dejar de darles voz sería la solución? ¿Sería
el terrorismo una vía de "lucha" si no tuviera
eco? ¿Deberían los medios eludir el tema, como se
hace con los suicidios después de que se comprobara el
terrible "efecto contagio" que tiene su publicación?
Como
se analizó en Periodista Digital acerca de
los comunicados de Al Qaeda difundidos en los medios de comunicación:
"Al Qaeda ha dejado de existir en tanto que movimiento
centralizado a las órdenes de un mando decisorio en el
puesto de control para convertirse en un proyecto coordinado de
largo alcance en el plano ideológico mundial. En este nuevo
contexto, las emisiones en televisión y los sitios en internet
constituyen elementos esenciales de propaganda destinados a esparcir
el mensaje de Al Qaeda y a animar a los jóvenes musulmanes
a unirse a su red descentralizada de agentes, miembros y células
locales".
Mientras
los medios dan aire a cada amenaza terrorista (ejemplos
sobran), estos atacan al corazón del sistema
utilizando sus propias arterias. Al menos, metafóricamente,
el metro, los autobuses, los trenes, los aviones han sido las
armas. Los medios los altavoces, y la muerte, el resultado final.
Tal y como cuenta De Ugarte en su libro:
"No es casualidad que las propuestas más interesantes
surgidas en la web durante los días posteriores al 11M
giren precisamente en torno al desarrollo de herramientas sobre
teléfonos móviles para localizar terroristas, o
a la descentralización de estructuras urbanas para ofrecer
menos blancos al terrorismo de red".
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