17 de diciembre de 2006
   
  • Expectantes y perplejos, los cubanos asisten al proceso sin precedentes que vive la isla tras la retirada de Fidel Castro, líder indiscutible durante 48 años, y la asunción del poder de su hermano Raúl, que enfrenta la difícil tarea de asegurar el futuro de la revolución.

La Habana - La larga ausencia de Fidel Castro, que fue visto por última vez en público el 26 de julio y no acudió a la cita multitudinaria que él mismo había convocado el 2 de diciembre para celebrar su 80 cumpleaños aplazado, ha sido interpretada como el inicio de una nueva etapa en Cuba y una señal clara de que el líder cubano no podrá volver a ejercer el poder como lo venía haciendo hasta ahora.

Los cubanos contuvieron la respiración el pasado 31 de julio, cuando escucharon atónitos la proclama en la que Fidel Castro delegó el poder provisionalmente en su hermano menor, y sucesor designado, aquejado de una grave enfermedad declarada secreto de Estado.

Lejos de cumplirse los vaticinios de quienes apostaban por la inestabilidad sin Castro en el poder, el país mantuvo la calma y se acostumbró progresivamente a la ausencia de Fidel y al nuevo estilo de Raúl, ministro de Defensa y segundo hombre del régimen, poco amigo de las apariciones públicas y de los largos discursos.

En este periodo, los cubanos se acostumbraron también a escuchar mensajes alentadores sobre la evolución de Fidel Castro de boca de altos cargos del gobierno con la mirada puesta en el 2 de diciembre para celebrar el cumpleaños del jefe de la revolución y el 50 aniversario de la creación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

Raúl Castro (izda), hermano del líder cubano Fidel Castro y presidente en funciones de Cuba, y el escritor colombiano Gabriel García Márquez (dcha).

Pero la ausencia de Castro del desfile militar multitudinario organizado en la emblemática Plaza de la Revolución y el marcado carácter político del discurso de Raúl, en el que no hizo mención alguna al estado del comandante, confirmaron que el país avanza hacia una nueva etapa siguiendo las pautas de un modelo diseñado por el propio Fidel Castro.

En su primera intervención como jefe de Estado de "facto", ante las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que no sólo tienen un papel defensivo sino que gestionan el mayor grupo empresarial del país, Raúl Castro lanzó dos mensajes muy claros.

El "Ministro", como se le conoce en el ámbito militar, aseguró que la unidad interna está garantizada por el Ejército y el Partido Comunista de Cuba y tendió la mano a Estados Unidos, el principal enemigo del régimen de La Habana, para sentarse a discutir sus diferencias históricas.

Arropado por un equipo de seis hombres fuertes del Gobierno y del PCC -entre ellos el vicepresidente Carlos Lage y el canciller, Felipe Pérez Roque- y apoyado sin fisuras por la cúpula del Ejército, Raúl Castro, de 75 años, se ha puesto manos a la obra para asegurar el futuro de la revolución y atender los más acuciantes problemas de la isla.

Considerado más pragmático que su hermano, muchos esperan del nuevo timonel de la revolución moderadas reformas económicas que contribuyan a aliviar los problemas del cubano de a pie, que "resuelve" sus necesidades cotidianas con un salario medio de 15 dólares.

No en vano, Raúl Castro fue el responsable de algunas de las principales medidas aperturistas adoptadas en momentos críticos para la revolución, como la autorización de los mercados libres campesinos, en 1994 -en pleno periodo especial, tras la caída del bloque soviético-, o el programa de perfeccionamiento empresarial que ha convertido varias sociedades gestionadas por las Fuerzas Armadas en las más rentables de la isla.

Cualquiera que sea el camino que tome Raúl Castro para manejar las riendas del país y preservar la revolución, lo que parece claro es que la palabra "transición" no está en su vocabulario, como altos cargos y medios oficiales se encargan de recordar con frecuencia.

El vicepresidente Carlos Lage fue tajante en un reciente discurso pronunciado a principios de diciembre, durante la clausura del homenaje a Fidel Castro: en Cuba "no habrá sucesión, habrá continuidad", dijo.

El socialismo en Cuba, añadió, es "irreversible"

Banderas cubanas y con la imagen del Che Guevara colocadas por los vecinos adornan una calle en el popular barrio de Los Sitios


 
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