Los
funerales del ex presidente Gerald Ford, en los que participó
hoy Bush, han sido un paréntesis y la Casa Blanca no ha tenido
que responder a preguntas sobre Irak.
Sin
embargo, la situación en el país mesopotámico
pasará a ser el titular una vez que Ford sea enterrado mañana,
miércoles.
Ya
se ha filtrado a la prensa que el nuevo plan de Bush para Irak podría
incluir un aumento temporal de entre 15.000 y 30.000 soldados para
reforzar a los 140.000 ya desplegados.
El
objetivo será poner freno a la violencia sectaria y a los
escuadrones de la muerte que actúan en Bagdad.
Bush
detallará el cambio de estrategia a mediados de la próxima
semana, dijo una fuente gubernamental anónima a la cadena
británica "BBC".
De
acuerdo con ese funcionario, el plan se centrará en mejorar
la seguridad, en lugar de entrenar a las fuerzas iraquíes.
Bush
siempre había dicho que aumentar la capacidad de la policía
y el ejército iraquíes era la única manera
para que los estadounidenses pudieran retirarse eventualmente de
Irak.
Sin
embargo, el plan tiene un futuro incierto en el Congreso de EEUU.
Para
el senador republicano Chuck Hagel, el aumento del destacamento
militar estadounidense en Irak "es algo de Alicia en el País
de las Maravillas", en referencia al libro de Lewis Carroll.
"Me
opongo totalmente a enviar más tropas a Irak. Es una locura",
dijo Hagel al diario "The Washington Post".
Por
su parte, el republicano Richard Lugar, quien el jueves dejará
de ser el presidente del Comité de Relaciones Exteriores
del Senado, también ha expresado sus dudas sobre el plan
y ha pedido a Bush que consulte al Congreso antes de modificar su
política.
El
presidente cuenta con el apoyo de un puñado de republicanos,
especialmente los senadores John McCain, probable aspirante a la
presidencia en las elecciones de 2008, y Lindsey Graham, quienes
han pedido el incremento del despliegue militar durante meses.
Sin
embargo, el nuevo Congreso estadounidense que se reunirá
el jueves es muy diferente al anterior. Los demócratas arrebataron
a los republicanos la mayoría en ambas cámaras en
noviembre, en gran medida por las críticas y el cansancio
de los estadounidenses con la guerra en Irak.
El
partido de la oposición promueve una retirada gradual de
las tropas y no quiere oír ni hablar de incrementos de soldados.
Sin
embargo, también está en una posición delicada.
Como comandante en jefe de las fuerzas armadas, Bush tiene el poder
para enviar los militares que considere necesarios a Irak, pero
el Congreso es el que aprueba los fondos para pagar los despliegues.
Un
posible aumento de las tropas requerirá gastos adicionales,
por lo que una forma de impedirlo es negarle la financiación.
En
todo caso, la Casa Blanca tendrá que responder a las críticas
a su plan en audiencias que convocará este mes el senador
demócrata Joseph Biden, quien reemplazará a Lugar
al frente del Comité de Relaciones Exteriores y quien es
otro posible aspirante a suceder a Bush.
El
escepticismo sobre el aumento de las tropas lo comparte el propio
George Casey, el general estadounidense que comanda las fuerzas
de su país en Irak.
"Cuanto
más tiempo sigamos las fuerzas estadounidenses ocupándonos
de la mayoría de las tareas de seguridad de Irak, más
se aplaza el momento en que el Gobierno de Irak deba tomar decisiones
difíciles sobre la reconciliación y sobre cómo
lidiar con las milicias", dijo Casey en una entrevista con
"The New York Times" publicada hoy.
"Además,
ellos pueden seguir culpándonos de los problemas de Irak,
que son esencialmente problemas suyos", añadió.
Sin
embargo, Casey parece haber caído en desgracia con la Casa
Blanca y, según el periódico, probablemente será
reemplazado en febrero o marzo próximos, en lugar de entre
julio y septiembre como estaba previsto. EFE
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