Así
lo indicó hoy su colega guatemalteco, Oscar Berger, en una
rueda de prensa conjunta con Bush al término de una reunión
en Guatemala en la que hablaron, entre otros asuntos, de inmigración
y la lucha contra el narcotráfico y la corrupción.
Bush
indicó que durante su reunión hablaron extensamente
sobre el programa de la seguridad en Guatemala. La violencia ha
aumentado en ese país en los últimos meses, y en febrero
resultaron asesinados tres parlamentarios salvadoreños.
Cuatro
policías sospechosos de su muerte fueron asesinados, a su
vez, cuando se encontraban detenidos en una prisión de alta
seguridad.
Estados
Unidos "estará junto a Guatemala en la lucha contra
la corrupción y el narcotráfico", afirmó
Bush.
Parte
de ese problema, explicó, son las pandillas delincuentes
transnacionales, que pasan desde América Central a México
y de allí a Estados Unidos. Para resolver ese problema "hay
que pensar a nivel nacional y regional", dijo.
Se
calcula que un 10 por ciento de guatemaltecos, 1,3 millones, viven
en EEUU. De ellos, un 60 por ciento son inmigrantes ilegales.
Las
remesas que estos inmigrantes envían a su país de
origen son de gran importancia para la economía guatemalteca.
Berger
indicó que la cuestión migratoria es de gran "preocupación
para Guatemala y EEUU" y afirmó que Bush le ha asegurado
que "no hay una intención de ir expresamente contra
los trabajadores indocumentados" guatemaltecos en las deportaciones
de inmigrantes ilegales.
Bush,
por su parte, rechazó enérgicamente que se deporte
a guatemaltecos por ser de esa nacionalidad.
"No
es verdad", sostuvo, hablando en español para dar más
énfasis a sus palabras. "Las deportaciones forman parte
del cumplimiento de la ley, que se aplica de manera justa y racional",
insistió.
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Bush
considera que la mejor oportunidad para resolver el problema
de los cerca de doce millones de inmigrantes ilegales en EEUU
es una reforma integral que incluya un programa de trabajadores
temporales.
La
visita de Bush a Guatemala es la cuarta etapa de una gira
por América Latina que concluirá en México
y que ya le ha llevado a Brasil, Uruguay y Colombia.
En
cada parada, Bush ha querido transmitir el mensaje de que
a Estados Unidos "le importa la condición humana".
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Con
ese mensaje, Bush pretende contrarrestar la influencia del presidente
venezolano, Hugo Chávez, y su petróleo barato en la
región.
Mientras
Bush recorre América Latina, Chávez desarrolla una
gira paralela, que le ha llevado a Argentina, Bolivia, Nicaragua
y Jamaica.
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