Se espera
que esta cantidad se incremente en alrededor de un 15 por ciento
en 2007 y que esa tendencia se mantenga en los próximos tres
años, lo que situaría el volumen de remesas por encima
de los 100.000 millones de dólares, por primera vez, en 2010.
Terry
precisó que son proyecciones que no hay que celebrar porque
el hecho de que aumenten los envíos de dinero de los inmigrantes
a sus países de origen "refleja la incapacidad de las
economías de la región para generar oportunidades
de ingresos para millones de sus habitantes que optan por emigrar".
Sin
embargo, dijo, las remesas son una realidad y "un programa
directo y efectivo para el alivio de la pobreza".
De
hecho, el volumen de recursos que representan supera, con creces,
tanto la inversión extranjera directa como la ayuda externa
que llega a la región.
Está
demostrado, según el gerente del Fomin, que contribuyen a
reducir la pobreza, aunque no siempre llegan a los sectores más
pobres de la población.
"No
son una panacea, pero ayudan", según Terry, quien subrayó
los avances registrados en los últimos años con respecto
a la reducción de los costes de envío de este dinero
y los esfuerzos que se están haciendo para incorporar a los
remitentes y destinatarios en el sistema financiero para poder aprovechar
al máximo las remesas.
El
BID y el Fomin están respaldando programas para canalizar
las remesas a través del sistema financiero formal, algo
fundamental para que tengan un mayor impacto en el desarrollo y
para que las personas que las envían o reciben puedan hacerse
con un historial financiero.
Si
esas personas consiguen integrarse en el sistema financiero, podrán
tener acceso a créditos y a distintos servicios, como cuentas
de ahorro, seguros, pensiones o préstamos para vivienda.
De
acuerdo con los datos presentados hoy, en el marco de la Asamblea
Anual de Gobernadores del BID, de los 62.300 millones que se enviaron
a Latinoamérica y el Caribe el año pasado (un 15 por
ciento más que en 2005), el país que más recursos
recibió fue México con más de 23.000 millones
de dólares, seguido por Brasil con unos 7.400 millones y
Colombia con 4.200 millones.
La
mayor parte del dinero procedió de Estados Unidos, aunque
también se constató un incremento de los flujos procedentes
de Europa, principalmente de España.
Según
Terry, el caso de España es "especial" porque "este
país tenía sus propios problemas de desarrollo no
hace mucho tiempo" y era receptor de las remesas que enviaban
los emigrantes españoles desde otras naciones europeas.
A
raíz de ese fenómeno, se desarrolló toda una
red de instituciones financieras, especialmente de cajas de ahorros,
a través de las que se canalizaba ese dinero.
Ahora
son los inmigrantes latinoamericanos, especialmente de los países
andinos, los que envían dinero desde España a sus
familias y lo hacen, cada vez más, "de banco a banco",
lo que elimina los costes de envío y permite a los remitentes
hacerse con un historial financiero.
Hasta
no hace mucho, recordó Terry, los emigrantes que viven en
España enviaban su dinero en simples cartas, en sobres que
muchas veces se perdían por el camino, o recurrían
a las tradicionales compañías de transferencias que
les cobraban una tasa de 50 dólares por cada 300 que enviaban.
Eso,
que todavía sigue ocurriendo en muchos sitios, demuestra
que "es caro ser pobre" porque hay que pagar por unos
servicios que serían gratuitos si quienes los utilizan están
integrados de alguna manera en el sistema financiero, insistió
Terry. EFE
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