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su mente guarda terribles experiencias durante sus recorridos como
inmigrante "en Tapachula, -Chiapas- hace dos años fui
baleado por unos ‘Maras’; me dieron cinco balazos",
mencionó mientras levantó su camisa y mostró
las cicatrices.
Aseguró que las heridas físicas se curan, pero las
mentales no.
En su narración recordó "cuando venimos en el
tren nos tiran y nos pegan".
Describió también cómo cuando venían
de contrabando en tren de la ciudad de Monterrey un desconocido
gritó que venía la Policía y varios inmigrantes
asustados se tiraron y resultaron mutilados
"Lo hacen por maldad, observé a un señor que
le pasó el tren por la mitad y a una muchacha le cortó
las piernas porque cayeron mal por el susto".
Acongojado recordó ese terrible suceso y subrayó que
es triste porque son seres humanos.
"La ley dice que nadie nos debe quitar el dinero, ni maltratarnos,
ni hacernos travesuras, pero abusan de nuestra necesidad".
El "hacer leña del árbol caído" es
el lema que encaja en los inmigrantes cuando entran por este país.
"A algunas personas las secuestran para pedir dinero a los
familiares que se encuentran de aquel lado", explicó
el indocumentado.
La aventura más reciente la vivió hace sólo
cinco días cuando al llegar a Nuevo Laredo un "coyote"
prometió cruzarlos e indicarles dónde estarían
a salvo.
"Nos perdieron en el desierto, el ‘coyote’ nos
dijo: Aquí esperen, vamos a ver si viene la migra y pasó
una hora, dos, cinco y teníamos hambre y le dije a Salvador,
en el nombre sea de Dios, vámonos de aquí y anduvimos
caminando".
Marvin expresó que durante varios días caminaron sin
saber hacia dónde, hasta que los encontró la Patrulla
Fronteriza, que los deportó a México "aquí
en Aduana nos trataron muy bien y nos dieron 50 pesos para comer
algo a otros 20 y así; estamos muy agradecidos también
con la Iglesia porque nos han tratado como seres humanos".
De oficio carpintero en Honduras, Marvin asegura estar aquí
por necesidad porque la situación en su país es difícil
por ser un país muy pobre.
"En el otro lado he trabajado en los techos y he ganado hasta
tres dólares por mes; tengo un hermano allá y es el
que me ayuda, pero el año pasado me deportaron".
Convencido aseguró que va a intentarlo más adelante,
pero por ahora no tiene dinero ni alguna pertenencia, debido al
asalto y despojo por los mismos coyotes, a lo cual dijo que seguirá
el consejo que le diera un policía sobre internarse más
adentro del vecino país.
"Una vez nos deportaron por avión y uno mismo de la
migra nos dijo que nos fuéramos más pa’ dentro
y eso quiero hacer".
Con la angustia de encontrarse nuevamente sin nada, en un país
que no querían como destino, y en el cual ha sufrido tanto,
Marvin Serna y su compañero Salvador Pineda están
en espera de ser regresados a su país.
"Sí hemos sufrido aquí, nos hacen tener miedo,
pero no somos delincuentes y alguna gente así lo ve y nos
ayuda", concluyó.
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