En una
entrevista con EFE, el jefe de Cirugía Pediátrica
del Instituto Indio de Ciencias Médicas (AIIMS), D.K. Gupta,
explicó que para la operación basta el consentimiento
de padres o abuelos, que suelen preferir que su hijo sea un niño,
ya que en la India los padres con hijas se ven obligados a pagar
una dote cuando las casan.
Dos tercios de estos pacientes fueron
operados para dejarles órganos sexuales únicamente
masculinos, mientras que el tercio restante se sometió a
operaciones quirúrgicas de "reconstrucción"
de la vagina.
Gupta, que opera en una de las instituciones
médicas más importantes de la India, mantuvo que los
médicos tienen en cuenta la opinión de los padres,
pero siguen un criterio de "proximidad" para "determinar"
el sexo del paciente.
Las intervenciones consisten en
"la reconstrucción del área genital para darles
el sexo apropiado", dijo Gupta, quien especificó que
"no son operaciones de cambio de sexo, sino de determinación
de sexo".
Entre los casos tratados en este
centro hay un buen número de hermafroditas puros, aunque
la mayoría de las alteraciones cromosómicas afectan
a niños o niñas que presentan ambigüedades en
sus órganos genitales.
Los altos índices de menores
con este tipo de "desórdenes genéticos"
tienen su explicación en la endogamia y en los matrimonios
consanguíneos, frecuentes en la India y en algunos países
islámicos.
Un diez por ciento de las familias
que acuden a este centro público indio son musulmanas, muchas
de las cuales proceden del extranjero.
Estas familias no dudan en pagar
el viaje a Nueva Delhi desde Pakistán, Bangladesh, Arabia
Saudí, Emiratos y Egipto para someter a sus hijos a una intervención
quirúrgica de "determinación de sexo", que
dura entre dos y diez horas según el caso.
"Vinimos hace dos semanas y
nos vamos hoy. Estoy impresionado con la habilidad de los cirujanos",
explica en la consulta del doctor Gupta el paquistaní Asad
Hamid, padre de Momina, una de las niñas operadas.
Momina, con un vestido rojo de topos
blancos, descansa sobre el regazo de su madre mientras su progenitor
relata que es la segunda vez que su hija, de dos años y medio,
se somete a una operación quirúrgica de este tipo,
a pesar de lo cual no duda en calificar de "excelente"
la labor de los médicos.
"Volveremos de Pakistán
dentro de seis meses para el chequeo médico de nuestra hija",
explica Hamid, quien aprovecha su despedida del doctor Gupta para
entregarle un obsequio.
Según datos recogidos por
el centro durante este último cuarto de siglo, un 90 por
ciento de los pacientes dice estar "muy contento" con
su vida, aunque un 25 por ciento tiene problemas psicológicos
como, por ejemplo, miedo a casarse.
Casi la mitad de los pacientes creen
que el matrimonio -institución fundamental en la India- es
"una posibilidad" en sus vidas, aunque un 70 por ciento
de los padres ven un futuro "incierto" para sus hijos
en el ámbito social y laboral.
Aunque el 75 por ciento de los padres
quieren que sus hijos se "impliquen más" en la
decisión de la asignación de sexo, la mayoría
de los intervenidos eran menores de cinco años, y en todo
caso el 80 por ciento tenía menos de 12 años, según
los datos de Gupta.
Los intervenciones son variadas
y de desigual complejidad: desde niñas que presentan "micropenes"
hasta casos puros de hermafroditismo, pasando por pacientes con
pequeños testículos que han de ser extirpados para
que no desarrollen cáncer.
El proceso de "determinación
de sexo" no termina con la operación, sino que continúa
con la administración de hormonas y con tratamiento psicológico
para los pacientes.
El precario sistema público
indio, que no puede hacer frente a la presión demográfica
de su población para acceder a los servicios médicos,
se hace cargo de estas operaciones, aunque los pacientes han de
pagar medio dólar al día por la comida y la hospitalización.
EFE
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