Para
un país aislado durante más de cuarenta años
y con un sistema político aún vacilante, la visita
por primera vez del presidente del país más poderoso
del mundo fue una auténtica fiesta.
"Es como si él fuera nuestro presidente",
dijo Mbiemri Osmani, de 48 años. "Tanto antes como
después del comunismo, hemos mirado a Estados Unidos para
que nos apoye", añadió Osmani, que como el
70 por ciento de la población del país es musulmán.
"Él es el símbolo de la democracia.
Estados Unidos protege la libertad de otros pueblos", dijo,
por su parte, Ruta Jakvarozki, una mujer de 52 años que
se desplazó a Tirana para la ocasión con su marido
desde Mirdita, a tres horas de distancia.
Osmani y Jakvarozki son dos de los miles de personas
que se congregaron desde por la mañana en la plaza principal
de Tirana, una ciudad de 600.000 habitantes, para tratar de ver
de lejos a Bush, a través de los cristales oscuros de su
automóvil, y poder contárselo en el futuro a sus
hijos y nietos.
Sobre sus cabezas sobrevolaba a baja altura un
helicóptero de combate "Black Hawk" con las puertas
abiertas, listo para la acción, mientras que francotiradores
estadounidenses estaban apostados en los principales edificios.
El Gobierno avisó a los vecinos de que
resistieran la tentación de querer ver a Bush y no se asomaran
a los balcones, para evitar que los soldados apretaran el gatillo
por error.
Las autoridades, que habían empapelado
materialmente la capital con el rostro del presidente norteamericano,
rodearon el aeropuerto con viejos camiones militares, a manera
de barrera de seguridad.
Además, desplegaron a soldados y policías
en dos filas ininterrumpidas de más de 20 kilómetros
a los lados de la carretera que conduce desde el aeropuerto hasta
Tirana.
Eso sí, no llevaban pistolas porque la
Casa Blanca había prohibido que los albaneses cerca de
Bush estuvieran armados.
Pero en la ciudad no se distinguía ningún
atisbo de hostilidad. Lejos estaban las miles de personas que
cargaron esta semana contra el cerco alrededor de Heiligendamm
(Alemania), donde Bush participaba en la cumbre del G-8, o la
manifestación multitudinaria ayer en Roma contra su presencia
en la ciudad, que terminó a golpes con la Policía
en la Plaza Navona.
En este país de los Balcanes, donde las
rencillas entre grupos étnicos se mantienen desde hace
siglos, también se recuerdan los favores.
Así, la propaganda comunista del dictador
Enver Hoxha, que gobernó el país durante más
de cuatro décadas, no borró el recuerdo de la intervención
del presidente Woodrow Wilson para impedir el desmembramiento
de Albania tras la Primera Guerra Mundial.
"Desde la época del presidente Wilson,
Estados Unidos ha sido un buen amigo y aliado de Albania",
dijo Musa Krifca, de 67 años, que viajó cinco horas
para llegar a Tirana desde Dibra, en Macedonia.
Krifca también recordó que Bill
Clinton, el antecesor de Bush, impulsó el bombardeo de
Serbia con fuerzas de la OTAN para proteger a los albano-kosovares
en 1999.
Una vez más, un presidente estadounidense,
esta vez Bush, defendió sus intereses, al decir hoy que
la ONU debe aprobar ya un plan que dé la independencia
tutelada a Kosovo, provincia serbia de mayoría albanesa,
Fue lo que querían oír por lo menos
unos 2.000 albano-kosovares que cruzaron la frontera para ver
a Bush, al menos tres de los cuales llegaron en bicicleta, según
la prensa local.
Portando gorros del "tío Sam"
y banderas, se dieron cita en la avenida central de la capital,
engalanada con banderines con los colores de Albania y Estados
Unidos.
En las vallas publicitarias de las paradas de
los autobuses se leía "Presidente Bush en Albania,
haciendo historia".
Tampoco faltaron homenajes oficiales. Bush recibió
el Premio de la Orden de la Bandera Nacional, el máximo
honor que concede el país. Además, el servicio de
correos emitió hoy tres sellos con su imagen, en rojo,
blanco y azul, los colores de EEUU, así como sobres con
su rostro estampado.
Y
los habitantes de Tirana ya se pueden pasear por la calle "George
W. Bush", una pequeña vía hasta ahora denominada
"Punetoret e Rilindjes" (Trabajadores del Renacimiento)
situada delante del Parlamento.